Análisis revela que la sociedad chilena se debate entre la memoria de la protesta y la frustración por la falta de avances concretos en demandas estructurales como pensiones y salud.
A cinco años del estallido social de octubre de 2019, Chile enfrenta una compleja fractura social marcada por una profunda crisis de confianza y una creciente polarización política. Expertos y analistas coinciden en que la ciudadanía vive una dualidad entre la memoria de un despertar social masivo y el desencanto ante los resultados políticos inconclusos.
La fractura social: Confianza cero e instituciones cuestionadas
El estallido social puso en evidencia las fallas estructurales del modelo de desarrollo chileno. Las causas iniciales —desigualdad social, alto costo de la vida y falta de derechos sociales garantizados— persisten, alimentando la desconfianza.
El malestar se tradujo en una crisis de legitimidad que afecta directamente a los pilares de la democracia:
- Polarización de élites: La clase política experimenta una fuerte división. Si bien las ideas de la población general sobre temas como seguridad y crecimiento económico se acercan, los prejuicios cruzados de las élites intensifican la polarización. Los líderes políticos fallan al no lograr consensos para la implementación de reformas estructurales.
- Desconfianza institucional: Los ciudadanos mantienen bajos niveles de fe en el Congreso, los partidos políticos y las fuerzas de orden público (Carabineros), exacerbados por los continuos escándalos de corrupción y colusión.
La memoria y la pesada carga del desencanto
El 18-O estableció una nueva fractura social en la historia reciente de Chile. La memoria de la movilización y las graves violaciones a los derechos humanos (como las lesiones oculares) exigen un diálogo constante. Sin embargo, la promesa de transformación se diluyó en un proceso lleno de frustraciones.
Actualmente, los chilenos priorizan la lucha contra la delincuencia y la incertidumbre económica sobre los grandes ideales del estallido. Este cambio de foco refleja una profunda frustración con la clase política, que no ha logrado sintonizar con las nuevas urgencias ciudadanas.
Perspectivas futuras
La resolución de la fractura social en Chile requiere, urgentemente, que los actores políticos abandonen la trinchera de la polarización. Solo una revitalización de la confianza y la capacidad de entregar soluciones tangibles y efectivas a las demandas sociales y económicas más sentidas permitirán al país superar esta dualidad entre la memoria de lo que pudo ser y la realidad del desencanto.











