Un buen apretón de manos podría haberse dado si el tiempo hubiese juntado a Benito Mussolini y a Nicolás Maduro en una reunión diplomática. Dejando de lado la lejanía que tendrían en su espectro político, compartirían ideas «fascinantes» de cómo aplastar a la oposición y como usar el brazo legal y militar para imponer sus regímenes.
Hoy por hoy cualquier gobierno autoritario es llamado «fascista», pero no lo es por su ideología, sino por el uso de la fuerza militar, policial, legal y judicial para atropellar los derechos de los ciudadanos.
El régimen de Nicolás Maduro tiene más de fascista que la oposición que está determinado a aplastar. Recientemente se ingresó a la Asamblea Nacional Chavista la Ley contra el Fascismo, la cual está enfocada en la persecución política con conceptos alterados a favor de una dictadura acostumbrada a violar sistemáticamente los Derechos Humanos.

¿Cómo se acercó el régimen de Nicolás Maduro a la forma de actuar de Mussolini?
Desde que se empezó a hablar de la Ley contra el Fascismo hasta su ingreso en la Asamblea Nacional Chavista, muchos activistas y diferentes sectores de la Asociación Civil venezolana se han preocupado por las estimaciones que puede tener dicha legislación.
Esta ley parece tergiversar las definiciones básicas del fascismo y el neofascismo con todo el interés de establecer la persecución por razones ideológicas y legalizar nuevas formas para atacar a la libertad de expresión.
Ali Daniels, director de la ONG Acceso a la Justicia, declaró para el medio Infobae que las tendencias mencionadas en la ley no son realmente fascistas y que el concepto se distorsiona en la normativa.
Daniels señala que parece que esta ley busca perseguir a quienes sean seguidores de corrientes políticas liberales o conservadoras, a pesar que ambos conceptos sean los más alejados entre ellos en el espectro ideológico político.
Otras ONG como Foro Penal, Provea y Laboratorio de Paz también expresaron una profunda preocupación por esta ley.
El abogado y vicepresidente de Foro Penal, Gonzalo Himiob, ha notado grandes similitudes de esta ley con la Ley contra el Odio, la cual ha logrado criminalizar al menos 79 personas en los últimos seis años desde su concepción en el 2018.
“Puede dar pie a arbitrariedades muy graves (…) Se les está dando un golpe muy fuerte a la libertad de expresión, a la libertad de conciencia”, dijo Himiob a la prensa.
La aprobación de esta medida «significa un avance en la construcción de un modelo de gobierno totalitario en el país, agravando aún más las garantías para el disfrute de los derechos humanos de la población y alejándonos de la posibilidad de allanar el camino a una transición a la democracia», advierte el análisis de la ONG Laboratorio de Paz.
Este proyecto de ley se acerca bastante a las leyes impuestas por Mussolini cuando inició con la persecución política contra los focos socialistas, comunistas y demócratas de Italia.
Durante el régimen de Mussolini se publicaron una serie de normas en contra de la libertad personal. Para empezar todos los partidos políticos y los sindicatos no fascistas fueron disueltos, se eliminó toda la libertad de prensa, reunión y expresión.

La famosa ley fascistísimas abrió otro nivel de control sobre diferentes sectores de la sociedad italiana, Todos los cuerpos colectivos estaban obligados a declarar sus estatutos, actos constitutivos, reglamentos internos y lista de socios y dirigentes, en caso de no hacerlo se tendría que disolver la institución, encarcelamiento bajo determinación y sanciones económicas.
Suena mucho a la ley Anti-ONG ¿cierto?
Esta ley le dio la facilidad a Mussolini de conocer todas las asociaciones no gubernamentales y sus integrantes, además de desalentar la posibilidad de que la oposición formara organizaciones.
La ley de prensa también declaró como ilegales a todos los periódicos que no tengan un responsable legal reconocido por el prefecto local, lo que provocó que el régimen italiano impusiera la censura previa sobre las publicaciones.
El régimen de Mussolini también creó una ley que disponía el confinamiento de sus opositores en islas al sur de Italia. Esta legislación funcionaba en contra de cualquier persona que se considerara «una amenaza para el orden estatal o el orden público». En total, las víctimas de la «residencia forzada» fueron más de quince mil.


Los tres elementos Mussolini-Maduro
La represión y violencia física
Los Camisas Negras podría ser fácilmente los colectivos que iniciaron en el final del gobierno del presidente fallecido Hugo Chávez, porque se trataron de los paramilitares que apoyaron a través de la violencia al levantamiento de lo que fue el régimen de Mussollini.
No obstante, los Camisas Negras merecen ser comparados con un grupo más agresivo y más intimidador, quizás como los funcionarios de hoy de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), el último brazo ejecutor del régimen de Nicolás Maduro y que está bajo la lupa de la CPI por las denuncias en su contra.


Los Camisas Negras fueron causantes de diferentes tipos de intimidación, violencia callejera y asesinatos políticos para eliminar a sus rivales y mantener el control del poder, mientras que el Dgcim ha sido captor de diferentes dirigentes y activistas que hoy son presos políticos en Venezuela.
Propaganda y control de la información
El cierre de medios de comunicación, la censura previa y la propaganda oficialista ha sido un «sello de calidad» marcado por ambos regímenes en comparación. El gobierno fascista controlaba los medios a través de leyes e imposiciones locales para demonizar a la oposición y establecer una narrativa oficial que glorificaba al régimen.

El régimen de Nicolás Maduro no se queda atrás con sus acciones represivas. A través de la compra de medios por testaferros, como Raúl Gorrín compró Globovisión, o el cierre masivo de medios de comunicación por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (Conatel), la dictadura venezolana se ha valido de crear un escenario de terror para que muchos medios de comunicación que no se atreven a transmitir o denunciar los crímenes o ilegalidades del oficialismo.
Los pocos medios que han logrado «salvarse» de las garras de la dictadura han sido los medios digitales, sin embargo fueron atacados a través de bloqueos, por la detención o exilio de periodistas que seguían viviendo en el país.
Eliminación de la competencia política
Muchos dirigentes políticos han sido detenidos durante el régimen de Nicolás Maduro, pero la persecución política de esta dictadura tiene más de un tentáculo para establecer sus intenciones. Mientras que Mussolini eliminó y abolió gradualmente los partidos políticos, la administración madurista ha logrado intervenir judicialmente muchos partidos políticos de la oposición y así infiltrarse para destrozar la unidad política.
La legitimación no era un término que realmente le importara a Mussolini en una Europa que estaba en guerra, pero Nicolás Maduro vive en un mundo donde un gobierno «democrático» si es respetado, es eso que no ha eliminado las elecciones como el dictador italiano.
Eso no salva a Nicolás Maduro de ser un dictador que ha corrompido elecciones antes y en la actualidad. Desde inhabilitaciones administrativas, como la que posa sobre la líder de la oposición María Corina Machado o el bloqueo de las postulaciones contra la doctora Corina Yoris, demuestra el asco que tiene el régimen por elecciones legales, transparentes o libres.
Muchos dicen que la historia se repite, pero queda en manos de los ciudadanos permitir o no que regímenes violatorios de Derechos Humanos vuelvan a ser parte de nuestras vidas.