(Fuente: Bloomberg) El dictador Nicolás Maduro ha dejado ver entre sus comentarios y acciones una nueva necesidad de agradar al público venezolano, sobre todo el joven, quienes son la nueva generación que debe conquistar a su favor.
Un comentario tan estridente como “¿Por qué no me dan likes y retweets? Eso no les cuesta nada” son los que se les escucha al dictador bajo el argumento que se debe innovar para cubrir nuevas maneras comunicacionales.
“Vamos a hacerlo para que ustedes vean cómo ganamos la batalla comunicacional del pueblo”, dijo.
Compartir su contenido no es la única acción “internauta” que usa el dictador para convencer a los venezolanos que es una persona inofensiva, un perfil muy lejano del violador sistemático de Derechos Humanos que es.
Nicolás Maduro se ha dado la tarea de cubrir las pantallas con un programa de variedades de tres horas de duración. Un concurso de canto. Una serie animada. Un podcast semanal. Entrevistas al estilo Carpool-karaoke. Videos virales de TikTok. Un canal de WhatsApp.
Con información de Bloomberg
Todo ello es bastante inusual para un presidente. Pero, después de estabilizar una economía que llevaba años en caída libre, Maduro está intentando renovar su imagen dentro y fuera del país.
Es un momento crítico para hacerlo, después de violar abiertamente un acuerdo promovido por Estados Unidos para celebrar elecciones presidenciales libres y justas el 28 de julio. Inhabilitó a la ganadora de las primarias de la oposición, María Corina Machado, impidió a su reemplazo original presentarse a las elecciones, y emitió 15 órdenes de arresto contra sus colaboradores y aliados. Maduro sigue convencido de que puede vencer a Edmundo González, el último candidato de la oposición, a pesar de su ventaja de 20 puntos porcentuales en las encuestas.
Si Maduro logra convencer a los venezolanos de su personalidad más dócil, podría desviar la atención de la brutal represión de su Gobierno contra los disidentes, el mal funcionamiento de los servicios públicos, la pobreza generalizada, las ejecuciones extrajudiciales y las acusaciones de las Naciones Unidas de “crímenes de lesa humanidad”. Lograr eso podría ser la clave para que Maduro al menos tenga una apariencia de victoria legítima, particularmente después de reprimir a la oposición tan severamente en los últimos meses.
“Maduro tiene que rasguñar votos de donde sea”, dijo Andrés Cañizález, investigador asociado de la Universidad Católica Andrés Bello. “Para esa estrategia de alcanzar la legitimidad con estas elecciones, él necesita que la gente se mueva a votar, que los que vayan a votar por él se muevan a votar”.
Por el momento, se ha revocado una invitación a la Unión Europea, y ninguna otra entidad creíble ha confirmado que vaya a observar la votación. Su participación se considera crucial para que EE.UU. avale un resultado, lo que complicaría un posible alivio de las sanciones petroleras, principal producto de exportación y fuente de ingresos del país. También podría impedir el acceso de Maduro a los fondos de la nación en el extranjero, incluidos US$2.000 millones en oro guardados en las bóvedas del Banco de Inglaterra.
Para los críticos de Maduro, todo esto no es más que un intento de lavar la imagen de un líder opresor que causó la peor crisis humanitaria en la historia moderna del hemisferio occidental. También creen que, aunque preferiría ganar por la vía convencional, tiene planes de respaldo para aferrarse al poder a toda costa.