Sin agua no hay vida, los animales se mueven y caminan kilómetros buscándola, en el mundo hay personas que imitan esa acción del reino animal, pero que se camine por agua en el país con las mayores reservas petroleras del mundo, es algo como para pensarlo.
Hay zonas de Maracaibo, en el estado Zulia, que duran meses sin agua por tuberías, la hidrológica la maneja el gobierno nacional y las explicaciones por la ausencia del servicio no abundan, pero la verdad es que la red de distribución está en ruinas, como muchas cosas en Venezuela. Menos mal que Adán Morillo vive cerca de la quebrada donde pasa una tubería, de la que todos se pegan a ella como cachorros a la ubre de una madre.
En Maracaibo caminan kilómetros buscando agua
Hace varios viajes hasta su casa, hoy le tocó faltar al trabajo. Usando su carreta destartalada va y viene de su casa hasta donde sale el agua, aprovecha cuando hay para llenar su tanque. En cada viaje piensa una y otra vez, cómo llegaron a esta situación.
Ramiro Lopez, vive en un barrio relativamente cercano, más de un kilómetro lo separan de su oasis personal, también tiene una bicicleta, él debe prácticamente escalar por las paredes de la quebrada de aguas negras, aprovecha la fisura de una tubería para sacar agua. Casi siempre le toca solo, ese día gracias a Dios alguien ayudó.
Y esa labor la hace a toda hora, cuando hay agua por supuesto. Ramiro tiene 55 años y no tiene trabajo fijo, la economía socialista no le permite levantar cabeza, no puede darse el lujo de comprar agua mineral, por eso la toma de esa tubería que pasa prácticamente a centímetros de la quebrada con aguas cloacales. A veces se lleva un par de potes para aprovechar cuando hace sus trabajos temporales, marañas, como le dicen en Venezuela.
Ramiro y Adán tienen tiempo para pensar mientras cargan agua, sobre todo recuerdan cuando el pasado 10 de julio Maduro se solidarizó con Uruguay ofreciéndoles una planta potabilizadora móvil, que bien caería una de esas en el barrio.
Esa quebrada natural, o Cañada como se le dice en Maracaibo se llama La Fénix, y el tubo para el agua pasa prácticamente entre sus aguas, el ducto está dañado y por ende no hay presión para que llegue el agua hasta las casas.
¿Beber agua sin saber su estado o pasar sed?
El otro problema, las aguas cloacales, 12 plantas de tratamiento inoperativas, y esta es una de ellas, Planta Sur, cuando funcionaba, era la más grande de Venezuela, se la llevaron por pedazos, tuberías y sistemas de bombeo, hasta el hierro de las estructuras desapareció. Como todo en el país, nadie dice nada.
Todas esas aguas servidas van al lago de Maracaibo, que por cierto se anunció su recuperación, la pregunta sería, con cuáles sistemas de tratamiento ya que todos están en ruinas y su recuperación es costosa y no sería en el corto plazo, es que ni el mediano se ve algo de solución.
Como de costumbre el tema político supera a las necesidades de la población, en Venezuela eso es de lo más normal. Entre Colombia y Venezuela existía el llamado Convenio Binacional de Cuencas y eso se abandonó con la llegada de Chávez y se ratificó con Maduro. El exdiputado a la Asamblea Nacional, Julio Montoya, aseguró que el gobierno decidió no dialogar con Colombia el tema de los ríos por la presencia de las guerrillas de las FARC y el ELN en las áreas cercanas a las cuencas.
Por supuesto las implicaciones de todo esto, saltan a la vista y se hacen evidentes en el lago de Maracaibo. Las aguas servidas del norte de Santander y el Cesar colombianos llegan al estuario zuliano frecuentemente.
Organismos internacionales manejan recursos para adelantar obras, en especial si el medio ambiente se beneficia de ellas, en Venezuela tocará esperar y ver si el gobierno considera que se necesita o no de ese apoyo extranjero.