El proyecto de transformación profunda que impulsó la izquierda y el progresismo en Chile enfrenta hoy su momento más crítico. Liderada por el presidente Gabriel Boric, esta nueva generación política llegó al poder con promesas ambiciosas que, sin embargo, chocaron contra la realidad de la gestión y la política regional. El actual desgaste se centra en la pérdida de credibilidad y las profundas fisuras internas.

El fracaso constitucional golpea la credibilidad del progresismo chileno

Inicialmente, el Gobierno Boric canalizó la gran promesa de cambio a través de la Nueva Constitución. Tras dos intentos fallidos en referéndum, la iniciativa no logró consolidar un pacto social viable. Este doble revés institucional no solo detuvo los cambios esperados, sino que minó la credibilidad en la capacidad de la izquierda y el progresismo para traducir sus ideas en un proyecto mayoritario.

Actualmente, el progresismo chileno enfrenta una dura realidad: la desconexión con la vida real de la gente. La ciudadanía exige respuestas efectivas a problemas urgentes, principalmente en materia de seguridad y economía.

Venezuela agrava la crisis de la izquierda

El desgaste de la izquierda se agudiza en la arena internacional, específicamente en la relación con Venezuela. El presidente Boric ha intentado distanciarse de regímenes autoritarios de izquierda como el de Nicolás Maduro, buscando mostrar una fuerza política moderna, democrática y respetuosa de las instituciones.

La señal más clara llegó con el señalamiento directo de Chile hacia Nicolás Maduro por el robo de las elecciones del 28 de julio de 2024. Con estas declaraciones, la izquierda y el progresismo chileno buscan un contraste evidente con el modelo de Caracas.

Fisuras internas: el dilema de la coalición

La firmeza del presidente Boric frente a la situación de Venezuela ha provocado serias fisuras internas dentro de su propia coalición de gobierno. El Partido Comunista de Chile, socio clave del Ejecutivo, a menudo adopta una posición más tibia o defensiva hacia el régimen de Maduro.

Esta discrepancia coloca al progresismo en un dilema de credibilidad política:

  • Riesgo de Quiebre: Si Boric mantiene una postura crítica hacia Maduro, arriesga el quiebre de su coalición y pierde apoyo interno.
  • Pérdida de Confianza: Si se modera, pierde credibilidad política ante el centro y la ciudadanía, quienes perciben al gobierno como cómplice de un régimen autoritario.

El destino de la izquierda y progresismo chileno depende, en última instancia, de su capacidad de ser eficaz en la gestión de la seguridad y de demostrar, con hechos, ser fundamentalmente diferente de las izquierdas autoritarias de la región. Mientras persista la ambigüedad interna sobre Venezuela, el fantasma de Maduro seguirá anclando la crisis de la Izquierda en Chile.

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