La migración venezolana se consolidó como un fenómeno estructural en América Latina y el Caribe, con más de 7,8 millones de personas desplazadas, la mayoría en edad productiva y un impacto económico positivo en los países receptores, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y otras agencias internacionales.

Este proceso que ha dejado de ser una respuesta coyuntural a la crisis en Venezuela para convertirse en un elemento permanente de la realidad regional, transforma la demografía, la economía y las políticas públicas de la región.

Con información de Infobae

Magnitud y distribución de la migración venezolana

De acuerdo con la plataforma R4V, hasta noviembre de 2025 se contabilizaban 6,9 millones de venezolanos refugiados y migrantes en América Latina y el Caribe.

Colombia encabeza la lista de países receptores con 2,8 millones de personas, seguido de Perú con 1,6 millonesBrasil con 732.272Chile con 669.408 y Ecuador con 440.450. Además, ArubaCosta RicaPanamá y República Dominicana figuran entre los principales destinos.

Según la OIM, cerca del 85% de los más de 7,8 millones de migrantes venezolanos reside en la región.

Evolución histórica y oleadas migratorias

La OIM identifica varias etapas en el proceso migratorio venezolano. Entre 2000 y 2012, la migración estuvo compuesta principalmente por personas de clase media y alta, con altos niveles educativos y destinos fuera de la región.

A partir de 2012, la segunda ola se caracterizó por un entorno económico y político cada vez más desafiante y un desplazamiento intrarregional.

Desde 2015, se produjo un flujo masivo que transformó el panorama migratorio regional, con la aparición de los llamados «caminantes» que salieron del país por vía terrestre. En 2018, el perfil migratorio cambió drásticamente: dejaron de predominar los profesionales con redes y ahorros, y aumentó la presencia de familias, mujeres solas, niños, niñas y adultos mayores en condiciones de gran vulnerabilidad.

Entre 2022 y 2023, se observó un incremento de migrantes hacia Norteamérica, especialmente Estados Unidos, a través de la peligrosa ruta del tapón del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, donde enfrentan riesgos elevados de violencia y explotación.

Perfil demográfico y educativo de los migrantes

El informe de la OIM destaca que la mayoría de los migrantes venezolanos en los países analizados se encuentra en la edad de mayor productividad laboral, entre 18 y 39 años.

En Colombia y Perú, la edad promedio es de 34 años, mientras que en Chile y Ecuador asciende a 36 años. Además, la población migrante suele contar con niveles educativos técnicos o superiores que, en muchos casos, superan a los de la población local, aunque esta proporción varía según el país.

Por ejemplo, en Colombia solo el 19% de los migrantes tiene niveles educativos altos, mientras que en Chile y Perú la cifra es mayor.

Sin embargo, la calificación profesional no siempre se traduce en inserción laboral o continuidad profesional, lo que ha dado lugar a un fenómeno creciente de migración secundaria. Según la OIM, es habitual que migrantes calificados se establezcan primero en países fronterizos por razones de accesibilidad y redes familiares, y posteriormente se desplacen a otros destinos ante la falta de reconocimiento profesional u obstáculos en el mercado laboral.

Impacto económico y fiscal en los países receptores

La OIM subrayó que la migración venezolana ha tenido un impacto positivo en la productividad económica de los ocho países analizados, que concentran unos 5,7 millones de migrantes.

El aumento de la oferta de mano de obra calificada y la expansión de la base tributaria han sido factores clave.

El consumo de los migrantes venezolanos en estos países supera los USD 10.600 millones anuales, lo que representa un aporte fiscal significativo a través de impuestos directos e indirectos, especialmente en los sectores de vivienda, servicios y alimentación.

Vulnerabilidad, informalidad y desafíos de integración

A pesar de su contribución económica, la migración venezolana enfrenta altos niveles de informalidad y una vulnerabilidad creciente.

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), se trata de una de las principales crisis de refugiados del mundo.

El informe de la OIM advierte que la calificación profesional de los migrantes no garantiza su integración laboral, lo que incrementa la precariedad y la migración secundaria. Las condiciones de riesgo, violencia y explotación, especialmente en rutas como el tapón del Darién, agravan la situación de los migrantes más vulnerables.

Políticas públicas y recomendaciones

La OIM destaca que las experiencias más exitosas de gestión migratoria en la región combinan procesos regulatorios flexibles y de largo alcance con políticas intersectoriales de integración socioeconómica.

El informe advierte que las medidas restrictivas tienden a aumentar la precariedad y la vulnerabilidad de los migrantes. Por ello, recomienda la adopción de políticas públicas coordinadas y de alcance regional que faciliten la integración y el aprovechamiento del potencial económico y social de la migración venezolana.

La coordinación regional y la implementación de políticas integrales pueden convertir la migración venezolana en una oportunidad para el desarrollo compartido en América Latina y el Caribe.