En Venezuela, las elecciones presidenciales del 28 de julio marcarán un momento crucial. Millones de ciudadanos, enfrentados a una crisis social y económica, deciden entre quedarse o emigrar. 

La diáspora venezolana ya supera los 7.5 millones de personas, y muchos esperan los resultados electorales para tomar una decisión definitiva. La situación en barrios como Las Trinitarias en Maracaibo refleja el impacto de esta crisis, con comunidades vacías y familias divididas. 

La fundación Voluntad Buena, dirigida por Norelis Rincón, observa de cerca esta realidad, destacando la importancia de la planificación y la esperanza en el proceso electoral.

Como velocistas en pista de salida para emigrar

El próximo 28 de julio será un momento inédito. Lo que ocurrirá no es una simple elección presidencial; los resultados podrían cambiar por completo a Venezuela.

A lo largo de su historia, Venezuela ha pasado por varias etapas de diáspora. En los últimos 15 años, la cantidad de venezolanos en el extranjero supera, según estadísticas de organismos internacionales, los 7.5 millones de migrantes. Un país que en los años 40 recibió a ciudadanos de varias partes del mundo, hoy sufre la mayor migración registrada sin conflicto bélico alguno. Las razones de esta estampida migratoria son diversas, siendo la crisis social una de ellas.

Norelis Rincón preside la fundación Voluntad Buena y ha visto la necesidad muy de cerca. Como ella misma dice, cada familia es una historia. Mostró parte del barrio Las Trinitarias, ubicado en el municipio Maracaibo, estado Zulia, en el occidente de Venezuela.

Casas Muertas

Este barrio parece sacado de las páginas del libro de Miguel Otero Silva, «Casas Muertas». Las solitarias y polvorientas calles que hace unos años mostraban la vida que daban los vecinos de una comunidad hoy lucen vacías.

En las comunidades hay una especie de conteo regresivo, y no solo en las barriadas. Norelis Rincón, que también es maestra, menciona que entre sus colegas los comentarios abundan. La mayoría está expectante ante lo que podría pasar el próximo 28 de julio. «Sí, he escuchado, he escuchado a mis colegas del trabajo que están esperando para irse», aseguró.

Las razones para irse o quedarse son diversas. En muchos casos, la crisis social y la absoluta falta de poder adquisitivo son determinantes. Otra razón es la soledad: tener a la familia afuera y sin posibilidad de regresar rompe el corazón hasta de la persona más pragmática.

Colombia ya no

La migración a Colombia ya no es tan atractiva. Con la llegada de Petro, esa solidaridad pareció desaparecer del sistema de salud. Y en lo económico, los pesos ganados en el vecino país no valen lo mismo.

Volviendo al tema electoral, las elecciones serán clave. No solo se elige presidencia, se decide dejar el país que los vio nacer. En esa indecisión están muchos, entre ellos la hija de Norelis, quien decide si al regresar de Colombia sigue hacia los Estados Unidos.

Caminando un poco más por el barrio estaba Eglee Vilchez. Aunque no lo parezca, no supera los 28 años de edad. Ella, en una oportunidad, fue a Colombia para conseguir la asistencia médica que en Venezuela escasea. Allá tampoco la consiguió y su esposo pagó el precio. Le decían una y otra vez que él no era colombiano. Intentaron en Barranquilla y Cartagena, sin éxito.

Todo depende de las elecciones

A todo esto, Eglee Vílchez ya tiene preparado parte de lo que se llevará. Aunque no hay mucho que empacar, solo espera. «Las elecciones, a ver si gana o no gana, yo creo que tiene que irse porque ya estamos sufriendo demasiado», advierte.

El grado de desesperación de algunos en el Zulia es grande. Algunas familias no tienen alternativas para solucionar sus problemas, por eso hoy se escuchan historias de quienes deciden irse del país, a pesar del peligro que representa el viaje, como cruzar la selva del Darién y la frontera mexicana.

Pero ninguno de los peligros ha quitado la voluntad de muchos que han decidido irse si Maduro se mantiene en la presidencia. «Me voy, así sea a pie, yo salgo con mis cinco muchachos porque hoy no se puede, de verdad no se puede», aseguró Eglee Vílchez.

Ya perdió a su esposo y lo único que tiene de valor son sus hijos. A su parecer, no hay motivos para quedarse; la diáspora solo ha generado lágrimas de tristeza.

Hay quienes sí creen en quedarse

En el barrio hay de todo. Así como hay personas esperando las elecciones y sus resultados, otros simplemente ven los comicios como un proceso adicional, aunque admiten que la comunidad cada vez se queda más despoblada.

A Emilce Barranco, otra habitante del barrio Las Trinitarias, le ha tocado hablar con varios de sus vecinos. En las conversaciones que regularmente se tienen en el barrio, también escuchó la idea de migrar. «Si ganan, no me quedo; si pierden, me vengo. O sea, muchas personas tienen esos pensamientos, los cuales hay que respetar porque es libre albedrío de cada quien», aseguró.

Eglee, como otros, está clara en lo que quiere hacer. No cree que salir del país sea una opción, por más que guste o desagrade el resultado de una elección presidencial.

La diáspora venezolana ha tenido un impacto enorme en el continente y fuera de él. De aumentar el éxodo, las cons