Poco tiempo después de la elección presidencial, el régimen de Nicolás Maduro comenzó a hablar de nuevos comicios de corte regional y parlamentario, aún sin haber presentado las actas de totalización ni haber reconocido los verdaderos resultados del 28 de julio, una realidad que generó el reclamo de millones de venezolanos y de la comunidad internacional. Sin embargo, el madurismo pretende pasar la página con unos procesos electorales que aunque corresponden en 2025, pudieran no tener la atención que requieren por parte del electorado y de las fuerzas políticas democráticas.

“En Venezuela no hacen falta nuevas elecciones, lo que hace falta es cumplir con los resultados del 28Jul. Hasta que eso no pase no se puede hablar de elecciones regionales o parlamentarias; para que haya nuevas elecciones debe relucir la verdad, y la verdad es Nicolás Maduro no ganó” afirma Juan Calos Apitz, decano de la facultad de ciencias jurídicas y políticas de la UCV, desde donde han denunciado la ilegalidad de la juramentación de Maduro el pasado 10 de enero.

Desde la oposición venezolana aseguran que el régimen pretende pasar la página de lo ocurrido el 28 Julio y la ilegítima toma de posesión con nuevas elecciones en las que probablemente no se presentará la coalición de partidos políticos que respaldó al Presidente Edmundo González Urrutia, sin embargo, es una disyuntiva en la que ya se encuentran algunas cuestionadas facciones supuestamente opositoras pero vinculadas al madurismo, identificadas como “el alacranato”.

“Ésta página no la podemos pasar y si la pasamos sin resolver el conflicto estamos condenados a perder los capítulos siguientes que son las elecciones regionales, municipales y legislativas; en el interés de la oposición no puede estar para la página, es existencial”: De esa forma vislumbra el futuro a corto plazo el profesor universitario Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, si la oposición llegase a ceder ante las intenciones del régimen que pudiera intentar cooptar con dinero a más dirigentes y partidos para que promuevan el voto.

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Nueva arquitectura electoral del régimen buscaría consolidar la dictadura

Si bien en principio se hablaba de una ‘mega elección’ en donde se votaría por un nuevo parlamento nacional, alcaldes y gobernadores, el propio Nicolás Maduro de manera totalitaria señaló recientemente que preferiría que se realizaran por separado; una convocatoria que corresponde al CNE y no al ejecutivo, aún más cuando se trata de un poder ilegítimo tras la ilegal juramentación del 10 de enero.

Para este escenario ya el madurismo avanzaba desde el año pasado en una reforma en materia electoral desde la Asamblea Nacional, conjunto a la aprobación de un paquete de leyes sancionatorias y penales, que redujo casi en su totalidad el margen de maniobra de la oposición para participar en próximos comicios debido a la radicalización del oficialismo luego de la elección presidencial tras haber decidido mantenerse en el poder a la fuerza y a cualquier costo.

“A la ley electoral no hay que reformarla, lo que hay es que cumplirla y honrar el compromiso de los competidores en una contienda electoral para que respeten los resultados…” acota Juan Carlos Apitz, posición que coincide con la de la abogada Eglee González Lobato, profesora de la UCV y quien fuera consultora jurídica del CNE: “Las reformas electorales no pueden tener un espíritu vengativo y mucho menos pueden ser para cercenar los espacios políticos y civiles”.

¿El camino Nicaragua?: Maduro y la decisión de no volver a poner el riesgo el poder

Para los entendidos en la materia, el oficialismo decidió después del 28 de julio no volver a poner en riesgo el poder político en una elección que cuente con un mínimo de condiciones y que pudiera dejar abierta la duda sobre su derrota como en efecto sucedió en los comicios presidenciales, lo que supone un juego político cerrado solo para que participe una dirigencia a fin al partido de gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

“Estamos en un escenario donde la elección se dio, se ganó y de alguna manera estamos en el conflicto…Sin embargo, estamos viendo elementos que se alinean a favor de un cambio político” destaca el profesor universitario Benigno Alarcón, que afirma que el camino del autoritarismo y totalitarismo tiene sus riesgos a lo interno, como lo es el descontento de la repartición de cuotas dentro de la cúpula gobernante.

Sobre estas fracturas internas dentro del régimen, marcadas aún más luego del 10 de enero con la toma de posesión, el politólogo John Magdaleno afirma que pudieran acelerar la transición, y a su vez eliminar de la agenda política las pretensiones de llevar adelante un nuevo cronograma electoral, o al menos durante el primer semestre del año.

“Se están ocupando de una redistribución del poder en la coalición dominante, las recientes designaciones en la Fuerza Armada te comunican abiertamente que no todo pinta color de rosas allá adentro…” comenta Magdaleno, quien a su vez destaca que la represión tiene un alto costo a largo plazo, por lo cual pudiera ser una herramienta con la que no contará en todo momento Nicolás Maduro.