La capital de Venezuela, y otras ciudades del interior, se llenaron en alusión a las sanciones con las que la administración de Nicolás Maduro intenta vincular a líderes opositores. En distintas vías de Caracas tienen enormes vallas propagandísticas en las que se puede leer frases como: “Venezuela no puede importar insulina”, en alusión a las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela.

Vallas que vinculan a opositores con las sanciones

Los principales quirófanos en Venezuela están inoperativos y el índice de desabastecimiento de insumos en las emergencias ronda el 37 %, mientras que en los quirófanos alcanza el 74%, según un reciente informe de la Organización No Gubernamental (ONG) Médicos por la Salud.

Los pacientes que van a ser operados en hospitales deben llevar todos sus insumos o la lista que le piden los médicos porque los centros asistenciales no están dotados y las denuncias vienen desde mucho antes de las sanciones.

Las fallas en los servicios hospitalarios son graves. Solo el 10 % en Venezuela tiene posibilidad de hacer una tomografía, el 30% de los hospitales no tienen servicio de rayos X simple y el 47 % de los laboratorios funciona de manera intermitente.

La evolución histórica de Venezuela es cada vez peor. En el 2006, el régimen de Nicolás Maduro creó a través del Ministerio de Salud la Fundación de Equipamiento y Edificaciones Hospitalarias (Fundeeh). Eran los responsables de la mayoría de las obras y también de las grandes fallas. Un fracaso más de la revolución y la facilidad del régimen es culpar a las sanciones.

Sanciones en Venezuela

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac) emitió 930 sanciones dirigidas a funcionarios, instituciones, empresas, aviones y barcos asociados con el régimen de Maduro, pero solo un pequeño porcentaje de estas sanciones afectan directa o indirectamente la economía del país.

Las sanciones que se impusieron en 2008 y hasta mediados de 2017 se aplicaron a personas naturales, relacionadas con la violación de derechos humanos, el tráfico de drogas, altos niveles de corrupción y fraude electoral. Las de 2014 buscaron impedir que se usara el sistema financiero de EE.UU. para estas actividades.

Hasta el presente año 2024, el régimen venezolano no está libre de sanciones, pero señalan que el país tiene dificultades económicas para salir adelante tras estas normativas. Esto comprueba que la propaganda de “no hay insulina por culpa de las sanciones”, es falsa. 

La orden viene de arriba

Según fuentes internas de los entes públicos, los trabajadores están siendo obligados a firmar en contra de las sanciones. A quien no firme les quita el sueldo y les pueden abrir un expediente público administrativo. Así trabaja el régimen: bajo amenazas ante el país.

Sanciones no causaron la crisis de Venezuela

Las sanciones de Estados Unidos a militantes del chavismo han sido utilizadas para excusar la crisis de Venezuela, sin embargo, los ciudadanos están seguros de que no es así, pues ante de estas regulaciones ya los problemas graves existían en el país.

En Zulia cinco años antes de las sanciones se hacían colas por comida. En una carrera por sobrevivir, los traumas se somatizan distinto. Muchos buscan olvidar, pero la mayoría mantiene vivo el recuerdo de las colas por comida, lo traumático de lo vivido desde el año 2012 en adelante, antes de las sanciones al régimen de Maduro, por cierto. 

La escasez de alimentos es lo que más recuerdan quienes hacen memoria a la crisis del año 2010 en adelante. Betzabeth González es una de las tantas madres zulianas que se adaptaron al sistema de venta de alimentos. Esos años no fueron sencillos, las colas se extendían por horas e incluso hasta días en algunos casos. Estar en fila no era fácil, se hacían listados y ese orden de la lista se peleaba. “Tuvimos que pelear. Pelear que si con un cuchillo, con piedras, a puño, como podíamos para poder ganar un puesto para nosotros y nuestros familiares poder comprar”, contó  González.

La escasez de alimentos no fue tan marcada como en otros estados de Venezuela debido a que el Zulia limita con Colombia y de ahí surgió un negocio:  comida del vecino país que entraba como contrabando y aún así, era difícil comprar, las personas se concentraban a las afueras de los mercados y hasta amanecía esperando entrar. 

El negocio del hambre

Como en todo negocio, siempre hay quienes buscan beneficiarse en detrimento de otros y en esos años no fue la excepción. Para comprar había que «alinearse», con quien tenía la responsabilidad de la seguridad, fuese policía, guardia o vigilante. Eran ellos quienes elegían a los merecedores de parte de la compra. 

El comer es algo elemental, sin alimentos la química del cerebro cambia, el cuerpo instintivamente reacciona, sabe que sin sustento muere, y eso lo tenían claro quienes hacían las filas, de no comprar, tocaba pasar hambre. 

En casos como estos, muchos se cuestionan si Venezuela realmente se arregló. Para Eryola Ortega no es así, ella vive en el oeste de Maracaibo y asegura que conseguir empleo es duro. Para ella el país no se recuperó, por el contrario, sigue en crisis.

La hambruna, una carrera por la supervivencia

Algunos catalogan como hambruna lo que se vivió en Venezuela en ese periodo, con consecuencias que solo las conocen los familiares y vecinos de las víctimas, estadísticas silentes que solo se dicen en conversaciones entre amigos porque cifras oficiales no hay. En los barrios los árboles de mangos quedaban vacíos, ese fruto alivio el hambre a muchos. 

Y ni hablar del tema eléctrico, crisis que inició en el año 2008 y se agudizó con el pasar del tiempo, tanto que hay zonas como el Zulia que acumulan más de 13 años sin estabilidad en el sistema. Eso de nuevo se siente en los barrios, electrodomésticos dañados y familias sin dinero para reponerlos.

En todas partes los apagones de energía afectaron. Franklin Vera perdió a su mamá por una enfermedad, pero lo hizo en un hospital sin electricidad. Asegura que fue difícil para la familia no solo lidiar con la muerte, sino lo que vino después de ella. ¨No pude sacar el cuerpo por el papeleo porque no había luz. Yo tenía mucha, pero mucha rabia. Y es lamentable eso que estamos viviendo en Venezuela. A todos nos afecta la luz de cualquier manera¨, precisó.

Los problemas en Venezuela empezaron antes de 2017 y eso está grabado en la memoria de muchos quienes los vivieron. Las implicaciones de todo se evidencia en nuestra sociedad actual, muy distinta a la que existía a finales de los años 90. 

Táchira con el mismo panorama

Colas por alimentos y gasolina marcaron el día a día de los tachirenses incluso desde las sanciones a personajes del chavismo,. Las noches de miles de ciudadanos transcurrieron en espera de comprar combustible o un kilo de algún alimento. 

“Esto que estamos viviendo se registra desde hace unos 10 años, producto de las desacertadas políticas económicas del gobierno nacional que no están cónsonas con los beneficios y la seguridad social”, aseguró José Torrivilla, docente del Táchira.

El derecho humano a la alimentación fue violado en su máxima expresión desde 2010. Para el 2017, año en que se establecieron las sanciones, ya la crisis estaba acentuada en todo el país. No había suficiente comida para la demanda de los ciudadanos. El panorama era desastroso: bajos sueldos y escasez. 

Los empleados públicos de Venezuela no creen en la narrativa chavista sobre las sanciones. Antes de esta disposición de otros países para condenar la corrupción de algunos miembros del Psuv, ya quienes dependían de sueldos del Estado pasaban hambres y penurias.  Y en pleno 2014 menos pueden creer en eso, cuando la administración de Nicolás Maduro demuestra lo contrario. 

“Vemos carros de último modelo. Fiestas millonarias para celebrar carnavales o Semana Santa y. Para la recreación sí hay dinero pero para sueldos y medicinas no. Es imposible decir que son las sanciones porque la realidad es otra. Para lo que quieren sí hay dinero”, precisó Torrivilla.

Puntualmente en Táchira en el año 2015, cuando la frontera fue cerrada por Nicolás Maduro, las madres suplicaban que abrieran los pasos internacionales para poder comprar leche y pañales ante la escasez que había en el estado. En ese entonces no había sanciones.