Edgar Prada es un joven que a sus 24 años está refugiado por ser perseguido político de la dictadura de Nicolás Maduro. Su trabajo como coordinador de la organización Vente Venezuela en el estado Trujillo, tuvo como consecuencia el amedrentamiento de funcionarios policiales. En tres meses ha sido víctima de persecución, ha tenido ansiedad pero no pierde la esperanza.
El acoso del que fue víctima se hizo cada vez más constante. A diario camionetas sin placa y con vidrios oscuros eran comunes en los sitios a donde él iba y en su vivienda. El 28 de julio, cuando se celebró la elección presidencial en Venezuela, fue un día de extremo acoso por parte de chavistas a este joven. De hecho, ni siquiera pudo votar debido a que chavistas se lo impidieron entre gritos y golpes.
Recuerda claramente esa fecha, en la que estuvo bajo resguardo durante la jornada electoral hasta que a las 5:00 de la tarde, hora en la que debió salir a cumplir la tarea más importante de todas: resguardar las actas electorales con las que demostraron al mundo el triunfo de Edmundo González Urrutia sobre Nicolás Maduro.
Aunque logró recoger las actas que le correspondían durante los días 28 y 29 de julio, debió resguardarse nuevamente por su vida. Un contacto le avisó que así como periodistas y otros políticos, tenía una orden de captura en su contra, por lo que no era seguro seguir en su natal Valera.
Episodios de ansiedad antes de huir
“Yo nunca había experimentado la ansiedad y esos días lo supe. Viví cosas como que estaba dumiendo y escuchaba como que tumbaban la puerta y no estaba pasando nada. Escuchaba patrullas, llamadas, escuchaba a gente que me gritaba y nada de eso estaba pasando”, relató Prada.
Entre lágrimas contó que fue acusado de “terrorista”, pero para él eso no representa una ofensa. Sabe perfectamente que es un término que le dicen por querer un mejor país. Aunque para él no es algo malo, para su abuela y su mamá fue un momento doloroso y en el que le pidieron que se fuera de Venezuela.
El recorrido fue largo y lleno de miedo. Intentó despedirse de su familia pero cuando estaba llegando a su casa había una patrulla del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). Estuvo de municipio en municipio hasta lograr llegar al estado Táchira y cruzó la frontera hasta Colombia.
Selló su pasaporte con entrada a Colombia y finalmente pudo viajar hasta Bogotá, donde encontró un poco de calma, allí la ansiedad disminuyó. Fue la primera vez en mucho tiempo en el que sintió a salvo.
Pese a su situación de refugiado, tiene la satisfacción del trabajo realizado el 28 de julio, donde incluso chavistas ayudaron en la recolección de las actas electorales que demuestran el triunfo de Edmundo González Urrutia. Contó que jefes de las llamadas Ubch, militares y miembros de consejos comunales participaron en la recolección de las actas.
No pierde la esperanza de que el 10 de enero las cosas en Venezuela mejoren y cambien en definitiva. “La elección era todo o nada y se logró”, aseveró.