(Fuente: El Nacional) Las mujeres en Venezuela son vistas como guerreras, una percepción que aunque parezca positiva, sigue siendo una excusa para condenarlas al sacrificio constante por el bien de la familia. Durante décadas se ha visto más grande aquella brecha entre los géneros en diferentes ámbitos sociales, incluso en los salarios que pueden mantener a la féminas expuestas a casos de violencia y/o la pobreza extrema.
Un análisis del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha relevado que las mujeres ganan alrededor de un 21.79% menos que los hombres en Venezuela, por lo cual demuestra una gran desventaja de oportunidades y adquisición en el mundo laboral. Aunque la dicha brecha se habría reducido de gran manera en los primeros años del siglo XXI, pero la crisis humanitaria, social, económica y política inducida por el presidente fallecido Hugo Chávez y el dictador Nicolás Maduro, ha logrado revertir esta realidad que condena de gran manera al sexo femenino.
Un ciclo de encuestas realizadas por la Encuesta Nacional de Hogares y la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida indican que la participación laboral femenina ha disminuido desde un 43% a 37% en los últimos años, igualando así las cifras del 1990, esto quiere decir que la pandemia junto al régimen de Maduro han hecho que las mujeres retrocedan 30 años en sus logros en el mundo laboral.
Con información de El Nacional
Durante la pandemia por el covid-19, la proporción de mujeres que ni trabajan ni estudian alcanzó 42%. Para Zambrano, esta cifra es un agravante de la situación de la población femenina en edad productiva, pues esto deriva en un rezago en la cualificación de la fuerza laboral, que será un lastre importante al momento de pensar en una recuperación sostenida y crecimiento en el largo plazo de la economía venezolana.
“Las mujeres son menos competitivas” en Venezuela
Susana Reina, directora de la ONG Feminismo INC, afirmó que la desigualdad en las tareas del hogar, no sólo las domésticas, sino también las de cuidado a niños, personas enfermas, personas con discapacidad y personas de la tercera edad, hace que las mujeres sean menos competitivas.
Datos publicados por la Encovi 2021 lo confirman. Para 2020, cuando comenzó el confinamiento por el covid, 7,6% de las mujeres en Venezuela (1,6 millones) no podía buscar trabajo o debía abandonar el que tenía por cuidar a sus hijos y brindarles acompañamiento escolar.
Además, una encuesta realizada el año pasado por el Centro para el Desarrollo Económico (Equilibrium CenDE) señaló que al menos 10% de las mujeres se dedica exclusivamente al trabajo doméstico no remunerado. Esto es más común en el grupo de edad entre 40 y 60 años, lo que puede relacionarse con las dificultades de acceso a empleos para mujeres mayores de estas edades.
La responsabilidad de apoyar hijos e hijas recae 78% en las madres y sólo 4% en los padres, según la Encovi. Por este motivo, señaló Reina, las mujeres no suelen ocupar puestos directivos y se conforman con empleos de baja cualificación, menos valorados socialmente, ejercidos a tiempo parcial, con peor remuneración y en condiciones precarias. Todo esto, pese a que está demostrado que las mujeres tienen mayor nivel educativo que los hombres.
«Por las mismas horas trabajadas, las mujeres cobran menos dinero que los hombres, al estar estos trabajos peor retribuidos. La discriminación comienza cuando no se brindan oportunidades a las mujeres para ascender en sus puestos de trabajo», indicó Reina.
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Zambrano agregó que en la búsqueda de trabajos que les permitan tener tiempo para realizar las labores del hogar y del cuidado de los hijos, las mujeres pasan a formar parte del mercado informal. Es decir, la tasa de informalidad de las mujeres es superior a la de los hombres. «Esto explica en parte por qué las mujeres perciben menos ingresos, pues es un sector que no tiene los mismos beneficios que el formal», añadió.
Cuando Patricia Rodríguez dio a luz a su bebé en 2014 decidió poner pausa por un tiempo a su carrera como periodista corporativa. Sin embargo, la situación económica que comenzaba a vivirse en ese entonces en el país la llevó buscar trabajo cuatro meses después del nacimiento de su hijo. Nunca imaginó que encontrar empleo en su área tras convertirse en madre sería tan difícil.
Luego de acudir a un gran número de entrevistas laborales, finalmente Rodríguez fue considerada para una segunda fase en el proceso de selección para un puesto como community manager en una importante empresa del sector financiero. Durante la cita, y tras responder un gran número de preguntas sobre su vida personal, uno de los directivos le indicó que pese a contar con muy buena experiencia para el cargo, no podían contratarla por tener un bebé recién nacido.
«Fue una situación sumamente incómoda. Ese hombre me dijo que no podían contratarme y arriesgarse a que pidiera permiso constantemente para atender a mi bebé. Requerían de personas más comprometidas con el puesto y, en su opinión, yo no podía aportarles eso por ser madre», relató a El Nacional.
Aunque este es un factor que no se ha podido medir, Zambrano explicó que en ocasiones las mujeres son percibidas por los patronos como empleados menos productivos. Esto debido a que suelen solicitar permisos por maternidad, lactancia, o actividades relacionadas al cuidado de los hijos, discapacitados o adultos mayores, lo que reduce las posibilidades de que obtengan trabajos mejor remunerados e impacta en la brecha salarial de género.
«Incluso cuando las mujeres logran insertarse en el sector formal, terminan teniendo inconvenientes para ascender en su carrera porque se da esa discriminación en el día a día. Las empresas prefieren darle las posiciones de liderazgo al hombre porque suelen tener más tiempo disponible», indicó el economista.