(Fuente: Voz de América / Alberto News) La política exterior de Estados Unidos podría tomará un nuevo rumbo el mes que viene gracias a la elección presidencial que se celebrará entre la actual vicepresidenta Kamala Harris y Donald Trump, que busca su segundo mandato.
Expertos señalan que cualquier de los dos candidatos buscaran tener una política pragmática y consensuada con otros gobiernos sobre la situación que se vive en Venezuela.
Encuestas señalan una leve ventaja de Harris sobre Trump, mientras que Venezuela aumenta la expectativa de Estados Unidos y su rol de una eventual transición democrática.
El dictador Nicolás Maduro, quien impuso un fraude electoral en la última elección presidencial, busca juramentarse en enero, mientras que las fuerzas políticas opositoras piden mayor presión de la Comunidad Internacional, teniendo a Washington a la cabeza para demostrar la victoria de Edmundo González Urrutia.
Con información de VOA
Tamara Taraciuk Broner, directora del Programa de Estado de Derecho Peter D. Bell en el Diálogo Interamericano, estima que la situación política en Venezuela no será una prioridad para Estados Unidos.
“Es difícil saber cuál va a ser la postura de un gobierno en Estados Unidos, sea demócrata o republicano, principalmente porque América Latina no es una prioridad, hay mucha competencia en el mundo con otras crisis que se llevan la atención”, indicó la líder del proyecto que analiza la democracia, los derechos humanos, las prácticas anticorrupción y seguridad ciudadana en el continente.
Sin embargo, acota, cualquiera sea el ganador de la elección de noviembre debe entender que América Latina -y Venezuela en particular, por su crisis político electoral- tienen conexión con los asuntos internos que primarán en su toma de decisiones.
“Si no hay una solución (en Venezuela), va a haber un impacto en la migración y también en la seguridad en la región, porque significaría la consolidación de un régimen abusivo con vínculos claros con el crimen organizado en América del Sur”, asegura Taraciuk Broner.
“Ninguna le conviene a sus vecinos, ni a Estados Unidos”, insiste.
De acuerdo con la encuestadora Poder y Estrategia, uno de cada 4 venezolanos piensa emigrar debido a la crisis política y de derechos humanos derivada de la controvertida elección presidencial de julio. La oposición dice tener pruebas de haberla ganado holgadamente, mientras el gobierno reprime y detiene a cientos de disidentes.
Según la analista de Diálogo Interamericano, la Casa Blanca abordará los asuntos de política exterior con pragmatismo y con mayor preparación de su equipo de trabajo, cualquiera sea el caso, pues será el segundo gobierno en el que participarán bien sea Harris o Trump.
Un enfoque bipartidista
Estados Unidos y Venezuela rompieron relaciones diplomáticas en 2019, en medio de prolongadas tensiones entre Caracas y Washington. Por años, el chavismo ha denunciado presuntas conspiraciones violentas para deponerlo del poder y la Casa Blanca ha reprochado prácticas antidemocráticas y la supuesta complicidad del gobierno suramericano con el crimen organizado.
Entre los venezolanos, hoy existe “mucho interés” sobre el desarrollo de las elecciones de noviembre en Estados Unidos, asegura el diplomático retirado y ex embajador de Venezuela ante Naciones Unidas, Milos Alcalay.
Para los suramericanos, subraya, no hay un claro favorito a la presidencia estadounidense, pero es clave que haya una estrategia común sobre Venezuela que apoyen tanto los republicanos como los demócratas. Es decir, que sea una causa bipartidista, remarca.
“Para nosotros, es importante mantener una relación bipartidista para que cualquiera de los dos que llegue a la máxima magistratura pueda desarrollar una diplomacia de Estado para llevar adelante los principios y valores de la democracia y la libertad”, afirma Alcalay.
La continuidad de Harris
Ninguno de los candidatos presidenciales de Estados Unidos ha detallado sus posibles líneas de acción política hacia Venezuela ni en sus planteamientos programáticos, insiste la especialista en relaciones internacionales y profesora jubilada de la Universidad Central de Venezuela, Elsa Cardozo.
Harris, siendo vicepresidenta de la actual administración del presidente Joe Biden, ha publicado algunos comentarios sobre la crisis político electoral en el país suramericano en semanas recientes. En agosto, envió una carta a los dirigentes opositores María Corina Machado y Edmundo González, a quien el antichavismo identifica como el presidente electo de Venezuela.
En ella, se comprometió a apoyar “una entrega de poder respetuosa y pacífica” tras los controvertidos resultados electorales, que dieron por ganador a Maduro. El documento fue enviado antes de que González Urrutia se exiliara a Madrid, España.
Si gana Harris, se prevé “continuidad” de las políticas de la Casa Blanca ante Venezuela de los últimos 4 años, opina Cardozo. Una de sus características será “el uso político de las sanciones económicas de manera persuasiva” contra el oficialismo, explica.
El mantenimiento de las sanciones económicas y la flexibilización de algunas de ellas se han manejado con el objetivo de persuadir al gobierno venezolano para que adopte “ciertas conductas” políticas, lo que favoreció la firma de los Acuerdos de Barbados, en octubre de 2023, y que hubiese elecciones presidenciales en julio, sostiene la analista.
“Se pusieron algunas sanciones, se quitaron otras, se hicieron concesiones importantes. Esa presión internacional desempeñó un papel importante”, comenta a la VOA.
Otro rasgo de la administración Biden-Harris ha sido articular la política de Estados Unidos con la de otros actores, como la Unión Europea y América Latina, indica.
De ganar, Harris reforzaría la llamada “reconstrucción del vínculo trasatlántico” de parte de Estados Unidos, apunta. La Casa Blanca y Europa se han movido “al mismo ritmo” antes y después de la polémica elección en Venezuela, demandando en conjunto la publicación detallada de los resultados electorales y sin reconocer a Maduro como ganador, señala.
El tercer punto al que daría continuidad Harris, según Cardozo, sería el mantenimiento de negociaciones directas con el gobierno venezolano, como se evidenció en los intercambios de detenidos y en asuntos de interés energético para ambas naciones y Europa.
Las interrogantes de Trump
Una victoria de Donald Trump plantearía “unas cuantas interrogantes” en cuanto a sus acciones hacia Venezuela, considera Cardozo.
De acuerdo con analistas, Trump, que gobernó Estados Unidos entre 2016 y 2020, lideró una política de máxima presión para forzar la salida del poder de Maduro con el reforzamiento de sanciones a instituciones y la industria energética de Venezuela, entre 2017 y 2019.
Las condiciones energéticas de la región americana y europea ya no son las mismas que entonces, destaca Cardozo. “El tema migratorio también pesará mucho en las decisiones que se tomen sobre el caso venezolano”, advierte.
Se calcula que cerca de 8 millones de venezolanos han emigrado de su país en los últimos años. Cientos de miles de ellos se han movilizado a Estados Unidos para solicitar asilo político. El mes pasado, Trump afirmó que, de ser electo en noviembre, llevaría a cabo “la mayor deportación” de inmigrantes en la historia de su nación.
“Vamos a sacar a esa gente. La vamos a llevar de vuelta a Venezuela”, dijo en una rueda de prensa en California, en septiembre.
En julio, al aceptar la candidatura republicana, Trump indicó que las tasas de crimen en Venezuela habían disminuido porque sus criminales habían sido enviados a EEUU. Expertos en el área penal en el país suramericano rebatieron esa afirmación.
Durante el único debate entre ambos, el expresidente dijo que si Harris ganaba convertiría a Estados Unidos en “una Venezuela con esteroides”, aludiendo a su crisis.
De retomar el poder en Washington, Trump exhibiría “menos confrontación” con Caracas que la que hubo durante su primer mandato, estima Cardozo.
Trump sería tan “impredecible” que podría mantener la misma política de flexibilización de sanciones que la administración Biden y los canales de comunicación con Caracas para buscar acuerdos con el gobierno de Maduro, si no admite que pudo haber perdido la elección de julio y jurase para otro período presidencial en enero de 2025, dice.
El expresidente estadounidense tuvo “roces muy grandes y grandes distanciamientos” con muchos países latinoamericanos y la Unión Europea durante su gobierno, valora Cardozo. “Si su política termina siendo confrontadora con América Latina y Europa, se rompería la posibilidad de articular alternativas” para zanjar la crisis en Venezuela”, advierte.
A menos de un mes de la elección en Estados Unidos, ningún analista dentro y fuera de EEUU posee una bola de cristal para anticipar las decisiones de Harris o Trump sobre Venezuela y América Latina en general, advierte Taraciuk Broner, por su parte.
Coincide, no obstante, en que la Casa Blanca tendrá la oportunidad de ofrecer “zanahorias y garrotes” para concretar una solución a la crisis venezolana, junto a sus vecinos.
“Por la historia del lenguaje antiimperialista de la región, no es conveniente que lo haga unilateralmente”, señala. “Es más beneficioso para la causa que lo haga de manera coordinada con otros gobiernos”, concluye.