(Fuente El Pitazo) Cuatro venezolanos han intentado llegar a Estados Unidos por motivo del fuerte éxodo que se ha desarrollado por la crisis humanitaria en Venezuela, sin embargo no lograron pasar del territorio mexicano, dicha situación los obligó a regresar a Honduras, donde están emprendiendo con la venta de arepas mientras esperan una segunda oportunidad para llegar al país norteamericano.
Con la idea de lograr ese «sueño», en un segundo intento, desde hace un mes los cuatro inmigrantes venden «arepas con carne hilachada y queso; pollo mechado y queso; reina pepiada, perro caliente venezolano, hamburguesas, salchipapas, parrillas y shawarmas», relató a EFE Frandys Osorio, de 43 años, un «comerciante» que hace más de tres meses salió de su país.
El sueño americano en pausa en Honduras
Con la idea de lograr ese «sueño», en un segundo intento, desde hace un mes los cuatro inmigrantes venden «arepas con carne hilachada y queso; pollo mechado y queso; reina pepiada, perro caliente venezolano, hamburguesas, salchipapas, parrillas y shawarmas», relató a EFE Frandys Osorio, de 43 años, un «comerciante» que hace más de tres meses salió de su país.
En Danlí, Frandys comenzó a ganarse la vida -con propinas- ayudando a empujar la carretilla a clientes de un supermercado, mientras que Saray y sus dos familiares vendían «chupetas» (dulces).
Según indicó Saray a EFE, con Frandys se conocieron en un refugio para inmigrantes en Danlí, ciudad de la que destacó que su gente les trató muy bien, pero como su objetivo era el «sueño americano», continuaron con su riesgoso viaje a Estados Unidos.
«El 27 de septiembre llegamos aquí, estuve en el refugio tres semanas. Luego conocí al compañero (Frandys) que trabaja conmigo, con quien decidimos subir hasta Estados Unidos buscando nuestro sueño americano», añadió sentada en un banco de madera, junto a un «troco» (quiosco rodante, verde), donde funciona la cocina de su pequeño negocio «El Panita Burguer!».
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Saray recuerda que el viaje, después de cruzar Guatemala, en México fue de correr de un lado a otro por la persecución de las autoridades migratorias.
Ante tanto asedio «decidimos bajar», pero no a Venezuela, sino a Danlí, «por la amabilidad de su gente, que me apoyó durante el tiempo que estuve antes aquí», añadió.
De regreso en Danlí, Frandys le habló a Saray del «troco» que estaba sin uso a orillas de una céntrica calle de la ciudad, a lo que ella respondió buscando a su dueño para pedirle que se los alquilara.
Entre los danlidenses que le han brindado apoyo a Saray, natural del estado de Miranda, figura Elvia Madrid, quien trabaja con una fundación humanitaria y le prestó dinero para que emprendiera el negocio de comidas rápidas venezolanas, las que han tenido muy buena aceptación.
«Ella siempre me ha ayudado, es como una madre, me aconseja. El día que me vaya de aquí me la llevo en el corazón», expresó la inmigrante, mientras su esposo Anthony regresaba de comprar verduras y otros alimentos frescos, y la menor Marianyerlys cortaba cebollas y chiles para las comidas del día.