El régimen de Nicolás Maduro culpa la escasez y otros problemas con los servicios básicos a las sanciones internacionales que impiden modernizar los sistemas y darles el mantenimiento requerido.
A solo 50 kilómetros de Caracas (Venezuela), se encuentran las segundas mayores reservas de gas natural del continente americano, sin embargo, escasea en la mayoría de los hogares del país caribeño, donde miles de familias cocinan en improvisados fogones hechos con leña.
En Caracas, específicamente en zonas populares o de bajos recursos, hay que hacer filas para comprar una bombona de gas, mientras que en otras regiones del país ni siquiera llega.
En medio de las carreteras hay gente esperando por bombonas de gas y otras les toca cargar en su espalda una gran cantidad de madera desde las montañas.
Los venezolanos han comenzado a inventar y reinventar soluciones para poder sobrevivir y cocinar porque el 89% del país consume bombonas del Gas Licuado del Petróleo (GLP) que suministra en exclusiva PDVSA Gas Comunal (solo el 7% consume gas metano directo en sus residencias).
La empresa estatal fue parte de la lista de expropiaciones en el año 2007 por parte del expresidente Hugo Chávez de las dos mayores empresas productoras de gas del país en aquel momento.
Los trabajadores de la refinería aseguran que los volúmenes y la calidad de la producción de GLP de PDVSA seguirán sufriendo, ya que sus refinerías funcionan a aproximadamente una cuarta parte de su capacidad.
PDVSA, dice que el suministro de gas es de “manera eficiente, eficaz, segura y oportuna”, pero la verdad es que hasta las pocas bombonas que surten al país son viejas, las últimas bombonas son de 2015, y no les hacen las prueban termostáticas, resultados, fuga de gas, explosiones, pérdidas humanas y materiales.
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El régimen no se hace responsable en ningún sentido ni de abastecer al pueblo y menos de hacer mantenimiento y reemplazar viejos cilindros.
Mientras, la gente cocina como pueda a la, leña y una olla con unos granos, es la comida para resistir todo el día en una familia venezolana.
El régimen está supuestamente concentrado en resolver la crisis de la gasolina y en la reactivación de los parques de refinación.
El que más sufre es el pueblo, y el régimen, mientras no pueda hacer las grandes inversiones que son necesarias para construir nuevas redes de distribución de gas, invertir en infraestructuras, apoyarse en nuevas tecnologías, el país seguirá sumando otro servicio de escasez a su gran lista de fracasos revolucionarios.