(Fuente: Artículo 14) La líder de la oposición venezolana María Corina Machado ha estado recorriendo el país en los últimos meses, promoviendo la candidatura del abanderado de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), Edmundo González Urrutia.

Una figura que ha funcionado como un reemplazo para Machado, puesto que ella fue la victoriosa en las últimas elecciones primarias, que reflejaron el apoyo de casi tres millones de venezolanos para la líder, pero también se transformó en un tropiezo para el régimen de Nicolás Maduro, que por estos días tiene como hábito colocarle obstáculos para tratar detener un poco la arrolladora popularidad que se manifiesta en cada ciudad o pueblo que visita.

Con información de Artículo 14

Machado, de gira por Guárico, en el centro del país, atendió a Artículo14 por videollamada. La represión que sufre la opositora es asfixiante. “Siempre digo que no soy una candidata inhabilitada, soy perseguida”. La política se emociona al mencionarle el inmenso acto de valentía que significa formar parte de su equipo en Venezuela. En la última semana, el régimen ha detenido a cinco jóvenes antichavistas que trabajaban en la campaña. Muchos de ellos han sido trasladados a la terrible cárcel de “El Helicoide“, sin ninguna garantía legal. “Todos en Venezuela correremos peligro todo el día. Es un sistema criminal”.

Entrevista de María Corina Machado con Artículo 14

-En España durante la campaña les preguntaron a los candidatos, ‘¿qué es una mujer?’ y la mayoría no supo responder. ¿Qué es para usted una mujer?

-Desde la perspectiva venezolana una mujer es capaz de dar vida y de dar la vida. Eso es lo que ha demostrado ser la mujer venezolana en un contexto en el cual se ha intencionalmente destruido la familia. Se ha buscado separar a la familia, cambiar la historia y destruir la cultura y los elementos del tejido comunitario y social que construimos durante muchos años para tener la noción de nación. Frente a esto, las mujeres entendimos la magnitud de la amenaza y decidimos ponernos en primera fila a defender lo que más queremos: nuestros hijos, nuestros valores y nuestro país.

-¿Se ha sentido usted discriminada por el hecho de ser mujer?

-Sí, sin duda. La realidad es que en un país como Venezuela eso es inconcebible. La mujer es la esencia de la familia. El 60% de las familias venezolanas son “matricentradas”. Ante la ausencia de la figura paterna, ellas, las abuelas, lo son todo. La mujer asume una responsabilidad enorme, en lo económico y, desde luego, en lo afectivo. Sin embargo, en una sociedad donde por razones culturales y por la carga las mujeres se habían centrado en el cuidado de la familia. De ahí que fuera tan difícil que las mujeres puedan tener una representación similar en otros muchos espacios como de dirección, no solamente política, también empresarial, financiera… Pero yo siento que esto está cambiando aceleradamente y que la resistencia que había hacia esas figuras se han derribado completamente en los últimos años. Siento que el cambio total que quiere el país, hace que hoy el hecho de que yo sea una mujer, es un gran activo, una gran fortaleza.

-¿Las venezolanas están muy movilizadas políticamente? ¿Usted espera que respondan en las elecciones?

-Sin duda, sin duda. Es una cosa hermosísima. La primera manifestación que hubo frente al régimen de Chávez en principio del año 2000-2001, cuando Chávez era una fuerza muy poderosa que tenía apoyo nacional e internacional, se le veía como invencible. Pues fueron las mujeres las que salimos a la calle con un lema: “Con mis hijos no te metas”. Y es que Chávez pretendió la ideologización de la escuela y fueron las maestras las que se pararon a impedir esa destrucción de nuestra propia historia, de nuestros propios símbolos. Para imponer el socialismo chavista. Para mí es impactante, que, cuando recorro el país y ves la precariedad, lo que te cuentan. La pensión en Venezuela es menos de 5 dólares al mes. Un maestro gana un dólar energía. Hay que poner los pies en la tierra. La generación que está creciendo con una talla menos por los niveles de desnutrición infantil que son obscenos en cualquier parte. Con datos similares a algunos países en África, ¡eso en Venezuela! Aun así, las mujeres que están dando la vida por sus hijos y bueno, por su futuro, porque entendemos que este régimen, lo que nos ha arrebatado es el futuro. Y cuando amenazan a las mujeres y cuando le dicen ‘te voy a quitar la bolsa de comida’ o ‘te voy a quitar el ticket para una bombona de gas’ y vas a tener que cocinar a leña, creían que con eso iban a callar a a la madre venezolana. La mujer venezolana hoy le dice ‘no’, ‘¿qué más me vas a quitar?’ Ya me quitaste a mis hijos, que se han tenido que ir’. Yo estoy dispuesta a darlo todo. Y por eso estamos viendo cosas sublimes en términos de organización y de entrega en estos tiempos.

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-¿El régimen de Maduro es machista? En una cultura machista, ¿es más fácil manipular, arrebatar la libertad?

-Entre las cosas que nosotros hemos ido desmontando en Venezuela, está el machismo también. Y si no, el 93% de la población no hubiera votado por mí. Creo que es una de las cosas extraordinarias que están ocurriendo en nuestro país. Aquí se cerró un ciclo político y social el año pasado. Hay mucha gente que se resiste, que se niega a verlo, hay quién no lo entiende, que están encerrados en sus burbujas de Caracas. Hay un tema con las élites, que a veces sienten. ¿O no sé si se deberían llamar élites cuando pierden el arraigo y el dolor y el conocimiento de lo que está pasando en el país? Hay una desconexión total del país, cuando el país va a una velocidad, y hay algunos actores que se niegan a entender que esto ya cambió. Yo lo digo con la canción, ‘Lo que pasó, pasó’. La magnitud de este fenómeno social y político que tenemos ahora es abrumadora. La derrota espiritual y social ya la vivimos el año pasado. Es una ruptura, es irreversible. Ya hemos pasado el tiempo de las amenazas y el miedo. Entonces, ¿qué viene ahora? Ahora viene la otra política y la derrota política implica que el régimen entienda que en su mejor interés está aceptar la inevitabilidad y acordar una negociación, una transición negociada. Me explico que yo hoy no lo acepto, pero hoy nos ven un escenario muy civil que deje en el poder. No lo aceptan todavía y eso es lo que yo llamo la de cata política. Y cuando logremos de esa derrota política, entonces tendremos un proceso electoral competitivo donde vendrá una derrota electoral y que entra a una transición con garantías para todas las países.

-¿Y por qué cree que Nicolás Maduro le tiene tanto miedo? Desde fuera parece que ha hecho todo lo posible para no tener un cara a cara con usted?


-Absolutamente. Porque sabe que perdería. Nosotros representamos exactamente lo opuesto a ellos. Ellos son miseria y nosotros somos la posibilidad de avanzar en la senda de la prosperidad, la regeneración y la riqueza real. Ellos son miedo y nosotros reencuentro. Ellos son división, nosotros estamos uniendo a toda Venezuela. Ellos son el pasado y nosotros presente y futuro. Al final, ellos lo saben. Lo que pasa es que dentro del régimen hay sectores muy extremistas. Yo los llamo “perdedores radicales”, que antes de perder prefieren llevarse todo por delante. Sin embargo, hay un sector de dentro que entiende que están perdidos -porque este país cambió- y que, al final, es indispensable una negociación. Para que el país acepte y acompañe una negociación en términos razonables requiere que el interlocutor, el representante de ese país tenga credibilidad y confianza. Posea el capital político para decirle a los venezolanos si aquí hay que hacer tal concesión. Eso solo lo puede hacer alguien en el que el país confíe. Ellos pueden optar por las ‘malas’ y convertir al país en lugar peor que Nicaragua. Pero no es sostenible, no tienen la fortaleza institucional para mantenerse en el poder por las malas. Además, no les conviene. Lo que sí es cierto es que nosotros estamos al alza. Cada día que pasa tenemos más fuerza. Me he reunido con grupos enormes de disidentes del chavismo (ministros, diputados) y hoy están aquí, a pesar de sus diferencias ideológicas, compartimos un sueño de país que creen que yo puedo derrocar este sistema. Es impresionante y está pasando en todo el país. La lucha ya no es ideológica, va más allá, es una lucha existencial e incluso espiritual. Yo me encuentro gente que no es creyente. Y que aun así, está convencida de que hay una fuerza espiritual que nos une, que nos acompañe y nos impulsa. Eso es muy poderoso.

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