Un buque fantasma con bandera de Comoras, cargado con petróleo venezolano, emergió el pasado Viernes Santo en aguas del este de Malasia. Bajo el nombre Varada, aparentaba ser un petrolero más de la llamada «flota oscura», utilizada para eludir sanciones internacionales. Sin embargo, el verdadero Varada fue desguazado en 2017. Lo que llegó a Asia era un buque zombi, parte de una operación encubierta para transportar petróleo venezolano burlando la presión internacional.

El hallazgo, confirmado por un análisis de Bloomberg News y la firma Starboard Maritime Intelligence, revela cómo el régimen de Nicolás Maduro recurre a métodos cada vez más sofisticados para evadir sanciones impuestas por EE. UU., entre ellas el uso de identidades falsas de petroleros desmantelados. Según las investigaciones, al menos cuatro buques zombis —impostores de naves dadas de baja— han salido de puertos venezolanos en las últimas semanas, cargando hasta 7 millones de barriles de crudo con destino a Asia.

Una red criminal en altamar

Uno de los buques investigados, que se hace pasar por el Varada, sería en realidad el M Sophia, una embarcación sancionada por EE. UU. por vínculos con la industria petrolera rusa. Con 32 años de antigüedad y sin bandera ni aseguradora conocidas, el barco zarpó del terminal de José, navegó por el Atlántico, rodeó el Cabo de Buena Esperanza y llegó a aguas malasias el 18 de abril. Desde entonces, ha apagado su transpondedor y estaría transfiriendo su cargamento en altamar, una práctica común para disimular el origen del crudo antes de que llegue a refinerías chinas, principal destino del petróleo venezolano.

Este modus operandi incluye vuelos secretos, pagos con criptomonedas, manipulación de sistemas de seguimiento marítimo y transbordos ilegales en alta mar, todo como parte de una «operación de guerra de cuarta generación», según el estratega venezolano Esteban Gerbasi, quien asegura haber visto informes oficiales entregados por altos funcionarios del chavismo al FBI sobre la exportación de criminales del Tren de Aragua y el uso de la migración para fortalecer redes criminales en el extranjero.

Identidades robadas y control debilitado

Los otros tres buques zombis detectados —con nombres falsos como Gema, Alana y New Inspiration— también navegaron desde Venezuela rumbo al océano Índico. Ninguno tiene autorización de ningún gobierno, y sus estructuras físicas no coinciden con los barcos originales. De acuerdo con la OMI, usurpar identidades de embarcaciones desguazadas es una violación grave del derecho marítimo internacional.

El fenómeno preocupa a expertos del sector, quienes lo califican como una “tercera vía” para operar fuera del radar legal. “Si no puedes usar tu barco ni tener uno nuevo, usas la identidad de uno muerto”, resume Mark Douglas, de Starboard.

Sanciones y advertencias

Estados Unidos, que desde el retorno de Donald Trump a la presidencia ha reforzado su política de sanciones contra el régimen venezolano, ya advirtió que impondrá consecuencias a países que importen crudo venezolano por vías irregulares.

“El presidente Trump está enviando un mensaje claro: el acceso a nuestra economía es un privilegio, no un derecho”, dijo John Hurley, nominado como jefe de sanciones en el Tesoro, ante un comité del Senado. “Quienes importen petróleo venezolano se enfrentarán a consecuencias”.

El uso de buques zombis representa una sofisticada mutación del contrabando global, donde actores estatales, operadores privados y mafias internacionales colaboran para sostener una economía sancionada a toda costa. La vigilancia satelital, la presión diplomática y la cooperación internacional serán claves para frenar un fenómeno que, en palabras de Bloomberg, “abre un nuevo capítulo en el contrabando de hidrocarburos en el siglo XXI”.