El 23 de julio de 2025, el régimen de Nicolás Maduro liberó al exministro de Finanzas de Hugo Chávez, Rodrigo Cabezas, tras 41 días de desaparición forzada en Maracaibo, Zulia. Detenido arbitrariamente el 12 de junio por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), Cabezas, junto a los economistas Daniel Cadenas y Gerardo Casique del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), enfrentó una persecución que evidencia los crímenes de lesa humanidad del régimen. La página web creada por su familia, liberenarodrigo.info, confirmó la excarcelación, agradeciendo a quienes alzaron su voz contra esta injusticia.

Cabezas, profesor de la Universidad del Zulia y fundador del OVF, fue arrestado sin orden judicial tras criticar la crisis económica y la quiebra nacional causada por las políticas de Maduro.

“Hay que rectificar; hay gente que no está comiendo”, advirtió en su momento.

Su detención, junto a la de Cadenas y Casique, se enmarca en una ola de represión contra quienes publican datos sobre inflación, acusados por el régimen de “desestabilizar” la economía

La ONG ClipVE denunció que estas detenciones violan derechos fundamentales y persiguen el pensamiento independiente. La persecución incluyó el arresto en 2024 de Eduardo Labrador, amigo de Cabezas y cofundador del movimiento Zulia Humana. Según Provea, estas acciones reflejan un “desbordamiento represivo” para silenciar críticas sobre la crisis económica

Una libertad bajo sombra

La excarcelación de Cabezas, Cadenas y Casique, parte de un acuerdo con Estados Unidos y El Salvador, no garantiza libertad plena, pues no se aclaró si enfrentan medidas cautelares. La Corte Penal Internacional (CPI) investiga a Maduro por crímenes de lesa humanidad, incluyendo detenciones arbitrarias, que suman más de 900 presos políticos según ONG.

El OVF, que publica datos económicos ante la opacidad del Banco Central de Venezuela, reiteró que su labor es académica y no delictiva. Sin embargo, el régimen persiste en criminalizar la verdad. La liberación de estos economistas es un pequeño triunfo, pero la lucha por la democracia y contra los crímenes de lesa humanidad continúa