En un país marcado por la represión y la crisis económica, el 80% de los jóvenes venezolanos prefiere el teletrabajo por su flexibilidad y autonomía, según Marysabel Suárez, directora del Centro de Estudios en Línea de la Universidad Católica Andrés Bello, en una entrevista con Unión Radio.

La posibilidad de gestionar su tiempo sin los rígidos horarios presenciales permite a esta generación equilibrar sus actividades personales y profesionales, un factor crucial en un contexto donde el régimen de Nicolás Maduro impone restricciones a la libertad y perpetúa una economía devastada, con un salario mínimo de apenas 5 dólares mensuales.

Una Generación que valora la autogestión

El teletrabajo, impulsado globalmente por la pandemia de COVID-19, responde a una tendencia que comenzó en los años 70 con los avances en informática. En Venezuela, la adopción masiva del trabajo remoto se aceleró por el acceso a internet y herramientas como videoconferencias, pero también por la necesidad de escapar de estructuras laborales tradicionales.

“Los horarios estrictos y el control presencial no son opción”, afirmó Suárez, destacando que los jóvenes rechazan la rigidez que limita su independencia.

Sin embargo, advirtió que el teletrabajo exige habilidades de liderazgo y autogestión, un desafío para quienes inician su carrera.

Un mercado laboral en crisis

La preferencia por el teletrabajo se da en un contexto de precariedad laboral. La Confederación Sindical Internacional (CSI) clasificó a Venezuela en el nivel más bajo del Índice Global de Derechos en 2025, con detenciones arbitrarias de sindicalistas y ausencia de garantías laborales. Más de 100 trabajadores petroleros, como los 18 de la refinería El Palito, fueron arrestados en 2025 sin cargos claros, según Iván Freites. Además, el éxodo de 477 periodistas, documentado por el informe “Voces desplazadas,” refleja la persecución a profesionales críticos, lo que impulsa a los jóvenes a buscar empleos remotos con empresas extranjeras, evitando la vigilancia del régimen.

El teletrabajo no solo es una preferencia cultural, sino una estrategia de supervivencia frente a la represión y la inestabilidad económica. La CIDH denunció un “clima de miedo” tras las elecciones fraudulentas de 2024, con 807 presos políticos, incluyendo 95 mujeres, según Foro Penal. En este entorno, el trabajo remoto ofrece a los jóvenes una vía para generar ingresos en divisas y evadir la persecución, como la sufrida por las madres atacadas frente al TSJ o los presos trasladados arbitrariamente desde El Helicoide. “La flexibilidad es un factor determinante para retener talento”, concluyó Suárez.

Un futuro remoto para la libertad

El auge del teletrabajo entre los jóvenes venezolanos refleja su lucha por la autonomía en un país donde el régimen de Maduro reprime toda disidencia. La comunidad internacional debe apoyar esta generación, exigiendo el fin de la represión y la liberación de presos políticos como Alberto Trentini. Como afirmó María Corina Machado, “la libertad de Venezuela empieza con la de sus ciudadanos”. El teletrabajo no solo es una tendencia laboral, sino un acto de resistencia frente a un narcoestado que asfixia la democracia.