La Universidad Central de Venezuela (UCV), la institución educativa superior más prestigiosa del país según el QS World University Rankings 2026, enfrenta una crisis financiera sin precedentes debido a los recortes presupuestarios del régimen de Nicolás Maduro.
Un reportaje de la Alianza Rebelde Investiga (El Pitazo, TalCual, Runrunes) revela que, entre 2008 y 2021, el presupuesto estatal para universidades públicas se redujo en 6,800 millones de dólares, afectando infraestructura, salarios docentes y beneficios estudiantiles como becas y comedores.
En 2024, el presupuesto nacional asignó solo una fracción de los fondos solicitados, empujando a la UCV a depender de matrículas y aportes estudiantiles. Ante esta asfixia, la universidad impulsa un plan para lograr autonomía económica, una estrategia de resistencia frente a un régimen que reprime la educación y la libertad.
Una crisis que amenaza la educación
La reducción presupuestaria ha devastado la UCV. Edificios emblemáticos, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, presentan filtraciones, techos colapsados y laboratorios obsoletos, según El Nacional. Los salarios docentes, inferiores a 10 dólares mensuales, han provocado la fuga de 40% del personal académico entre 2018 y 2024, reportó la Federación de Profesores Universitarios.
Los estudiantes, sin comedores funcionales ni transporte, enfrentan condiciones precarias.
“La UCV está en emergencia, pero no nos rendiremos”, afirmó el rector Víctor Rago en una exposición de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, destacando la necesidad de un cambio estructural para sobrevivir.
Estrategias para la autonomía económica
Rago propone explorar nuevas fuentes de financiamiento, como alianzas con organismos internacionales, incluyendo la Unión Europea, y el desarrollo de capacidades propias para generar ingresos. Esto incluye cursos de extensión, consultorías y proyectos de investigación financiados por el sector privado. “La autonomía económica requiere un cambio cultural y estratégico”, señaló Rago a la Alianza Rebelde Investiga, enfatizando un debate interno que involucre a la comunidad universitaria.
La renovación curricular, que busca adaptar las carreras a las demandas del país, complementa este esfuerzo, según Efecto Cocuyo. Sin embargo, la implementación enfrenta obstáculos, como la resistencia de sectores tradicionales y la vigilancia del régimen, que reprime cualquier iniciativa independiente.
Un contexto de represión sistémica
La asfixia presupuestaria es parte de la estrategia del régimen de Maduro para controlar las universidades autónomas, un bastión de disidencia. La CIDH denunció un “clima de miedo” tras las elecciones fraudulentas de 2024, con 807 presos políticos, incluyendo estudiantes como Simón Bolívar Obregón, detenido arbitrariamente.
La persecución de defensoras como Andreina Baduel y el ataque a madres frente al TSJ reflejan un régimen que criminaliza la libertad de expresión, con 18 violaciones en julio, según Espacio Público. La designación del Cártel de los Soles como organización terrorista por EE. UU. y la presunta presencia de Alexander Granko Arteaga en España evidencian la impunidad que protege a los aliados de Maduro mientras se reprime a la academia.
La lucha de la UCV por la autonomía económica es un acto de resistencia frente a un narcoestado que busca sofocar el pensamiento crítico. La comunidad internacional, especialmente la UE, debe apoyar estas iniciativas, como exige Amnistía Internacional, y presionar por el fin de la represión.
La Corte Penal Internacional debe incluir la asfixia a las universidades en sus investigaciones por crímenes de lesa humanidad. Como afirmó María Corina Machado, “la educación es la base de la libertad de Venezuela”. La UCV, símbolo de lucha, necesita solidaridad global para seguir formando el futuro del país.