Richard Grenell, enviado especial de Donald Trump, defendió el 16 de septiembre de 2025 la diplomacia como vía para negociar con el régimen de Nicolás Maduro, en un intento por evitar un conflicto armado en medio de crecientes tensiones entre Estados Unidos y Venezuela.

Durante su intervención en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en Paraguay, Grenell afirmó haber sostenido reuniones directas con Maduro, asegurando que “entiende lo que quiere” y que aún es posible un acuerdo basado en la postura de “América Primero”. Sin embargo, esta búsqueda de diálogo contrasta con las graves violaciones a los derechos humanos perpetradas por el régimen, que sigue encarcelando a 89 extranjeros como presos políticos, según Foro Penal.

Grenell, quien en enero de 2025 negoció en Caracas la repatriación de migrantes venezolanos y la liberación de seis estadounidenses, insiste en herramientas “pacíficas” como sanciones y aislamiento antes de recurrir a la confrontación militar.

“Creo en evitar la guerra”, afirmó, destacando que el Departamento de Estado prioriza la diplomacia frente a la postura belicista del Pentágono.

Sin embargo, la presencia de ocho barcos militares y un submarino nuclear estadounidense en el Caribe, oficialmente para combatir el narcotráfico, es vista por Maduro como un intento de “cambio de régimen”. Trump, por su parte, escaló la retórica al anunciar ataques a tres lanchas supuestamente venezolanas, sin aclarar si hubo víctimas.

Represión bajo la mesa de negociación

Mientras Grenell aboga por el diálogo, el régimen de Maduro intensifica su represión. Foro Penal reporta que, al 15 de septiembre de 2025, 823 presos políticos, incluyendo 89 extranjeros de 17 nacionalidades, permanecen en cárceles como El Rodeo I, bajo condiciones inhumanas. La Misión de la ONU ha documentado torturas y detenciones arbitrarias, evidenciando un patrón de crímenes de lesa humanidad. Alfredo Romero, director de Foro Penal, denunció que estas detenciones son “desapariciones forzadas” destinadas a silenciar la disidencia.

La narrativa de Maduro, que acusa a EE.UU. de “agresión imperialista”, busca desviar la atención de su maquinaria represiva. Organizaciones como Human Rights Watch han señalado que el régimen utiliza la excusa del narcotráfico para justificar la persecución política, mientras la Corte Penal Internacional continúa investigándolo por violaciones sistemáticas a los derechos humanos.