Nuevamente el fantasma de la hiperinflación merodea los pasillos de los supermercados en Venezuela. Y aunque la principal diferencia con la crisis económica generada por el régimen durante los años 2016 y 2017 es que en esta oportunidad no hay escasez de productos básicos, el venezolano percibe que este nuevo capítulo de una crisis permanente, es peor.

Incluso, ya hay quienes han tenido que recurrir a la famosa “tetica” de, por ejemplo, café, una presentación que se popularizó durante esos años de restricciones, bajo consumo, largas colas en abastos y supermercados, y que derivó en una hiperinflación sin precedentes que se extendió hasta finales de 2021.

La «tetica», por lo general era ofrecida por el comercio informal en muestras de entre 50 y 150 gramos de algunos productos de la canasta alimentaria para quienes no tenían la posibilidad de adquirir el artículo empaquetado de un kilogramo, o más en grandes cadenas de supermercados.

«Teticas» de café, azúcar y leche. Productos básicos de la canasta alimentaria

“Antes se compraba por kilo, ahora se compra por unidad…Ve a comprar un kilo de tomate y no puedes, tienes que comprar un solo tomate que te cuesta 120 o 130 bolívares” (mismo valor de un sueldo mínimo).

Así describe la situación el señor Carlos Pinto, encuestado para nuestro portal de noticias en un reconocido mercado popular de Caracas, en donde ya el kilo de carne se encuentra entre 13 y 15 dólares: “El pollo que era lo más económico en Venezuela ya está en 10 o 12 dólares…”

Hay comida, pero no hay dinero…

Esta realidad contrasta con la teoría de crecimiento económico que sostiene el régimen chavista pese a que han pasado poco más de tres años desde que Nicolás Maduro anunció por última vez una medida económica referente al salario mínimo de los venezolanos (hoy equivalente a 0.65 centavos de dólar).

Mientras tanto, lo único que ha experimentado un incremento en Venezuela son los precios de productos y servicios, limitando nuevamente el presupuesto de todos para todo, y, en consecuencia, generando restricciones al consumo al momento de adquirir los alimentos básicos. Un fantasma que merodea los pasillos de los supermercados en Venezuela.

“Es desgraciado cuando estás acostumbrado a comer tus tres comidas y ahora tengas que comer una, o dos…” señaló Sergio Meza, otro caraqueño encuestado en los vacíos pasillos de un supermercado en la capital.

De esta manera la principal diferencia con aquella crísis de hace casi una década, es que en el presente se evidencia un regular abastecimiento de los anaqueles, pero cada vez menos presencia de usuarios, que acuden a la economía informal mejor conocida como “buhonería” en búsqueda de mejores precios, aunque esto signifique menos calidad en los productos.

“No puedes comprar cinco de ésta marca, tienes que comprar ocho de la otra que no es la misma calidad, pero sacrificas calidad por cantidad” explicó el economista Aaron Olmos, que al igual que Luis Crespo, también economista y profesor universitario, destacan el proceso degenerativo del poder adquisitivo de los venezolanos.

¿Peor el remedio que la enfermedad?

Esta pulverización del poco poder adquisitivo de los venezolanos fue ocasionada por un acelerado repunte inflacionario desde comienzos de año, y un tipo de cambio oficial “artificialmente” muy por debajo del denominado dólar paralelo, que ha generado mayor distorsión en la oferta y demanda de moneda dura en el mercado cambiario, y, por ende, una devaluación sostenida del bolívar.

En el mes de mayo cuando el régimen emprendió una persecución contra los sitios web y servicios particulares que ofrecían un referencial cambiario del mercado negro de divisas, el dólar oficial estaba alrededor de los 90 Bs, y el paralelo, poco más de 20 puntos por encima, una brecha relativamente corta.

Sin embargo, 5 meses después de la medida que produjo el encarcelamiento y persecución de varios economistas, el dólar oficial ya alcanzó los 200 Bs, y el dólar «negro» se transa sobre los 100 puntos por arriba, es decir, entre 300 y 350 Bs.

“Nadie va a querer que su trabajo se exprese en bolívares, una moneda que día a día, semana a semana, mes a mes, representa cada vez menos. Dejar bolívares en el banco es tener menos poder de compra todos los días ante el avance del tipo de cambio” aseguró Olmos.

Por su parte Luis Crespo, precisó que la variación del tipo de cambio oficial de manera inter diaria es de entre 1 a 3 bolívares, lo que genera un aumento de precios de manera constante y por ende menos posibilidad de compra en los venezolanos.

De esta manera, nuevamente el fantasma de la hiperinflación merodea los pasillos de los supermercados en Venezuela en vísperas de una época decembrina y con un régimen indiferente ante la pobreza extrema que priva en el país.