Hace un par de meses atrás la ONG de asistencia de la iglesia católica, Cáritas Venezuela, alertaba sobre un aumento en los niveles de desnutrición infantil en el país, una realidad vinculada a la severa crisis económica generada por el régimen, y que, según un nuevo informe, denuncia que tres de cada diez niños está desnutrido.
El estudio, que abarcó 20 estados, 28 diócesis y 56 municipios, evaluó a 2.502 niños y 740 mujeres gestantes, demuestra que 29,5 % de los niños se encuentra en desnutrición aguda o con riesgo de desarrollarla, siendo el 42 % de estos casos correspondientes a menores de 2 años de edad.
La organización alerta sobre una curva preocupante en estos casos de desnutrición en el país que registró los picos máximos entre 2017, 2018 y el inicio de la pandemia en 2020.
Sin embargo, en los años subsiguientes hubo “avances modestos” para mejorar estas cifras, pero diversas organizaciones no gubernamentales sostienen que desde 2023 la situación empeoró de forma sostenida debido a la combinación de mayores necesidades y la disminución de fondos de cooperación internacional.
Medidas desesperadas para sobrevivir
Según este nuevo boletín de Cáritas, correspondiente al mes de agosto, para hacer frente a las necesidades, algunas familias recurrieron a “medidas desesperadas”; donde al menos el 54 % incurrió en deudas y 76 % utilizó sus ahorros para costear alimentos básicos.
El documento señala que algunas de estas medidas se basan en pedir alimentos, y de esta manera, el 59 % de las familias ha reducido la calidad y cantidad de sus alimentos y un 32 % depende de servicios de alimentación externos, como ollas comunitarias y comedores populares.
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Y aunque la peor parte se la llevan los niños menores de 6 meses, con 17,8 por ciento de desnutrición, las mujeres gestantes y lactantes también sufren los embates de esta crisis: 18 por ciento de las mujeres evaluadas presenta riesgo nutricional. Números que dan cuenta del por qué en Venezuela tres de cada diez niños está desnutrido.
CLAP: Un “beneficio” que no alimenta
A pesar que el CLAP (Comité Locales de Abastecimiento y Producción) cada vez llega menos a los hogares venezolanos, este “beneficio” alimenticio creado por Nicolás Maduro en abril de 2016, se ha convertido en miseria y corrupción debido a la ausencia de información pública sobre el origen de los productos y las personas encargadas de su distribución.
Lo que inicio como una caja que se distribuía de manera mensual sobre todo en zonas populares del país, hoy día es una bolsa de productos de cuestionada procedencia que ha generado el rechazo de millones de venezolanos por terminar afectando la cadena alimenticia de los hogares con menos recursos.
“A veces llegan con infestación, con gorgojos, con polillas de harina u otros insectos que son inadecuados para una alimentación adecuada”, precisó el nutricionista venezolano Pablo Hernández, al ser consultado sobre las posibles causas de estos elevados índices de desnutrición que terminan ocasionando que tres de cada diez niños está desnutrido.
“Contienen la misma fuente de carbohidratos, la misma fuente de proteínas y a veces no completas. Le han disminuido la cantidad de lácteos; nunca han involucrados frutos y hortalizas en este programa…” Son algunas de las razones expuestas por quien también es investigador en consumo de alimentos y profesor universitario de la UCV.











