Históricamente los Wayuu son los proveedores permanentes entre dos países, lo que falta en Colombia y es barato en Venezuela lo mueven para venderlo y viceversa. Este comercio no oficial ha incluido productos básicos y combustibles, especialmente gasolina. Un intercambio que ha sido una fuente crucial de ingresos para muchos, pese a los riesgos y las dificultades que implica operar en una zona fronteriza con presencia de contrabando y conflictos.
Negocio cambiante de la gasolina en la frontera
La gran nación Wayuu, un pueblo indigena que los españoles no pudo conquistar, por eso decidieron trabajar con ellos, los usaron como proveedores y comerciantes permanentes entre las dos fronteras.
En el 2012 fue la comida, los alimentos colombianos aliviaron un poco la crisis, pero sin embargo, como todo buen negocio, en el contrabando “legalizado” de comida entraron otros personajes, los alijuna (este era el término con el que los Wayuu de las zonas fronterizas se referían a los blancos), con poder e influencia para invisibilizarse en las alcabalas o retenes, como se conocen en Colombia.
Durante años la gasolina fluyó de Venezuela hacia Colombia, luego por la crisis de Petróleos de Venezuela (PDVSA) el flujo del combustible cambió y el colombiano movió el parque automotor, pero hoy, aunque en menor volúmen, la gasolina venezolana viaja a Maicao.
José David Montiel –ese no es su nombre, lo identificamos así por razones de seguridad– es uno del enorme grupo de personas que se encarga de llevar la gasolina desde el mercado de Los Filuos hasta La Raya y Maicao. Él junto a muchos notaron el diferencial de precios actual.
Ganancia doble
Claro, en Venezuela la gasolina cuesta medio dólar el litro y en Colombia un dólar completo y hasta más, ese diferencial creó el negocio, y hablamos de los precios en frontera, porque a medida que nos adentramos al interior del departamento de La Guajira, el valor es mayor, de hecho en Uribia por ejemplo, el combustible duplica su costo en relación a Maicao y así.
Volvamos a José David, él trabaja con su moto, camella, como lo dicen en la zona, y vaya que le toca camellar. “Cuatro, cinco depende de la venta allá también, un viaje sería cuántos litros lleváis en un viaje, 280 litros, eso lo lleváis en moto, sí”.
La gasolina la equipan en el mercado de Los Filuos, pero esa gasolina proviene de Maracaibo y, a menos que hayan instalado un gasoducto subterráneo, ese combustible llega de alguna manera al municipio Guajira y atraviesa no menos de 10 puestos de vigilancia policial y militar. Nuestro amigo motorizado, José David, es simplemente un agente dispuesto a llevar un encargo al otro lado de la frontera, no pregunta quiénes son los dueños del negocio de este lado. “Eh hay tres compradores aquí yo no más le pido la pipa uno la compra y ya uno va a cargar y llevar ese es mi misión, de donde lo sacan no sé de dónde lo sacan”, dijo José David Montiel.
Capitalismo simple
Como todo negocio, más en este caso, es una transacción simple, gasolina por plata, él lleva el bidón o la pipa y luego recibe la llamada cuando ya está llena.
Cuando un producto es más barato y rendidor, es el que se elige, y más cuando hablamos de economías contraídas por la crisis, tanto en Colombia como Venezuela es así.
Juan González es otro chofer, pero su carga son los pasajeros, aunque usa el combustible que mueve José David. “Hay mucha diferencia entre el consumo y el costo, el consumo aquí es más porque yo con un galón que es extra me da un solo día, no me rinde, en la venezolana he comprado 5 litros que es un bidón que dice uno a nivel vulgar más de 15 mil pesos y me dura dos días”, asegura Juan González.
Las gasolineras colombianas en Maicao pasaron a un plano distinto al que tenían hace solo meses, los moto taxis las usan cuando se les acaba el combustible venezolano que tanquearon previamente. En pocas palabras, el carburante colombiano antes movió al parque automotor de Venezuela durante la crisis del 2012, hoy es el criollo que hace lo mismo en La Guajira del vecino país. “Desde que comenzó la llegada en la raya de la venezolana casi la mayoría que trabajamos para La Raya motos, taxistas y carros cargamos en La Raya”.
Gasolina invisible
Pero de nuevo volvamos con José David Montiel, él aún tiene que pasar unos cuantos kilómetros de territorio venezolano antes de llegar hasta Colombia, en teoría en ese trayecto hay vigilancia, militar, policial, es que hasta los scouts están en ese trayecto, que hace el amigo motorizado en caso del transporte de su preciada carga, le toca “arreglarse” con los uniformados, eso significa pagarles, otros simplemente les quitan el combustible
Se llevan el carburante, por eso no los arrestan, de hacerlo tendrían que hacer un reporte para incautar el combustible. Lo que les quitan vuelve al ciclo de compra venta hacia Colombia. Es que del otro lado también hay corrupción, no solo en Venezuela, aunque lo que piden es mucho menos a lo exigido por los uniformados venezolanos, los “parceros” les piden el desayuno o para “la gaseosa”.
Organizaciones internacionales en los años 90 calificaron a los municipios fronterizos de La Guajira como los más pobres de Latinoamérica, de hecho aunque ya no son los más pobres, la situación en esas localidades no ha cambiado mucho, y José David es el mejor ejemplo de eso, tiene menos de 30 años y trabaja desde pequeño en el negocio del contrabando de combustible, trabaja desde pequeño y ya acumula 12 años en él.
Realidad Wayuu
Los niños entre 5 y 11 años se dedicaban a sacar combustibles de los tanques de los viejos vehículos y hoy el panorama es el mismo, los jóvenes rara vez completan el bachillerato y nuestro amigo motorizado fue uno de ellos, debido a que logró graduarse, hasta pensó ir a la universidad, pero luego se golpeó de frente con la realidad. Le tocó abandonar su idea de estudios superiores y le tocó “camellar” como al resto para garantizar la comida de la familia.
Hasta ahora el volumen de combustible que está saliendo hasta el departamento de La Guajira no es tan grande, es que las políticas económicas de Petro y el incremento de los carburantes tienen sus efectos de este lado de la frontera creando el caldo cultivo ideal para el negocio. Sin duda quienes están colocando la gasolina en el mercado de Los Filuos, tienen la posibilidad de burlar la vigilancia policial y militar instalada desde la guajira hacia Maracaibo.
Insistimos en el tema de la salida del combustible, esa gasolina no se teletransporta desde las estaciones de servicio en Maracaibo hasta allá, quienes son los encargados o están detrás de esa vuelta como dicen en Colombia. Ahí se las dejamos para su análisis.