(Fuente: El Pitazo) Madre de un joven detenido por las protestas poselectorales ha denunciado que su hijo puede bañarse y lavar su único uniforme cada 10 días. El menor de edad está recluido en el centro penitenciario de Tocuyito.
Leida Arocena se siente igual a los cientos de madres que han sufrido tras las detenciones poselectorales que ha aplicado el régimen de Nicolás Maduro como parte de su ola represiva.
Arocena tiene que vivir un viacrucis semanalmente, porque vive en La Guaira, pero tiene que viajar hasta la cárcel de Tocuyito, ubicada en el estado Carabobo para poder saber un poco de su hijo, que fue acusado por incitación al odio y terrorismo.
La ciudadana es empleada pública y su hijo, Miguel Navarro, trabajaba de ayudante del entrenador en un equipo de baloncesto de La Guaira.
La razón de su detención fue que Miguel y tres de sus amigos grabaron un vídeo en el que exhortaban a la ciudadanía a salir a defender los votos de la líder María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, quien según las actas publicadas por la oposición es el presidente electo de Venezuela.
Con información de El Pitazo
La policía los identificó y detuvo a sus amigos, faltaba él por capturar. Arocena precisó que decidió entregarse porque pensó que al explicarles a los funcionarios lo sucedido, los dejarían libres. Ninguno imaginó el difícil camino que les esperaba.
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Dos meses de detención
A Miguel le permiten bañarse cada 10 días, cuando aprovecha para lavar el único uniforme que tiene. La cantidad de agua que les dan a tomar a él y a sus compañeros es reducida.
Cuando se enfrentó a los interrogatorios de la policía, los funcionarios quisieron obligarlo a declarar que dirigentes opositores le pagaron para grabar el vídeo. Él no aceptó porque era falso. En su audiencia preliminar expuso que nadie lo mandó, sino que fue algo espontáneo y no buscaban generar el caos en las calles.
En el primer encuentro que sostuvieron madre e hijo en Tocuyito, Leida pudo verlo, mucho más flaco y demacrado, a través de un vidrio durante 10 minutos. En la segunda visita, le permitieron abrazarlo y conversar con él por 20 minutos.
Al ver a sus compañeros y a los otros jóvenes presos, la madre detalló que han perdido entre 10 y 15 kilos. «Los están matando de hambre porque no permiten ni siquiera que les llevemos la comida. Para mí, un terrorista es el que tiene bombas y armas, ellos no tenían nada de eso», opinó.
Leida participó el viernes 18 de octubre en una concentración que familiares realizaron frente a la sede del Ministerio del Servicio Penitenciario en El Rosal, en la que entregaron una carta al ministro Julio García para solicitar que se les permita el ingreso de alimentos y artículos de aseo personal, mayor exposición al sol y visitas en las que haya contacto directo con sus seres queridos.