Este 22 de abril, el mundo conmemora el Día Mundial de la Tierra, una fecha establecida por la Asamblea General de la ONU en 2009 para crear conciencia sobre la necesidad urgente de proteger el planeta, sus ecosistemas, sus suelos, su aire y su biodiversidad. Pero en Venezuela, el llamado global choca con una realidad marcada por la inacción gubernamental, el retroceso ambiental y la devastación ecológica en aumento.

El país atraviesa una crisis ambiental múltiple que, según científicos y organizaciones especializadas, se agrava con el colapso institucional, la falta de planificación y el uso descontrolado de sus recursos naturales, todo esto bajo la administración de Nicolás Maduro, que ha sido ampliamente señalada por priorizar intereses políticos y extractivistas en detrimento de la protección ambiental.

Venezuela sin glaciares: un hito de la crisis climática

Venezuela se convirtió en el primer país de la era moderna en perder todos sus glaciares. El último, conocido como La Corona, ubicado en el Pico Humboldt de la Sierra Nevada de Mérida, se ha reducido a apenas dos hectáreas, según informes presentados por la Iniciativa Internacional sobre Clima y Criósfera en la COP29 de 2024. La pérdida de masa de hielo comenzó a acelerarse drásticamente en 2016 y, según el propio ministro chavista de Ecosocialismo, Josué Lorca, el glaciar desaparecerá por completo en diciembre de 2025, a pesar de un fallido plan oficial con mallas térmicas para frenar el deshielo.

La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales advirtió en diciembre de 2024 que Venezuela no está preparada institucionalmente para enfrentar los efectos del cambio climático. El país carece de una Política Nacional de Cambio Climático, de una estrategia nacional de adaptación y de un Plan Nacional de Mitigación, pese a que todos son compromisos adquiridos ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

Desde 2009, una ley venezolana ordena la creación de un plan nacional para enfrentar riesgos socio-naturales. Quince años después, sigue sin concretarse.

Mientras tanto, los impactos ya se sienten: una reducción del 20% de las precipitaciones anuales, temperaturas que aumentan +0.22 °C por década desde 1980, y eventos climáticos extremos más frecuentes como inundaciones y sequías. Para 2030, el 40% de la población venezolana podría enfrentar inseguridad alimentaria moderada y el 20% severa, según el Segundo Reporte Académico de Cambio Climático.

Sin firmar el Acuerdo de Escazú: opacidad y falta de justicia ambiental

A pesar de los llamados de la comunidad internacional, Venezuela no ha firmado ni ratificado el Acuerdo de Escazú, el tratado regional que garantiza el derecho a la información, participación ciudadana y acceso a la justicia en asuntos ambientales.

El país figura entre las pocas naciones del continente que aún no suscriben este instrumento clave, a pesar de que relatores de la ONU han solicitado información formal al Estado venezolano en múltiples ocasiones —la más reciente, en febrero de 2025— sin respuesta concreta sobre su voluntad de avanzar en esta dirección.

A esta alarmante situación se suman la expansión de la minería ilegal, la deforestación acelerada, la contaminación con mercurio en zonas protegidas como Canaima, y la ausencia de mecanismos de control efectivo por parte del régimen. Los expertos advierten que la corrupción, el extractivismo y la desinstitucionalización del Estado han dejado al país en una condición de alta vulnerabilidad ecológica.

A medida que el mundo busca soluciones integrales para la crisis climática, Venezuela sigue sumida en la opacidad, el silencio y el abandono oficial, con un gobierno que aún no considera la emergencia ambiental como una prioridad nacional.

¿Qué exige la comunidad científica y ambiental?

  1. Diseñar una política nacional de cambio climático basada en evidencia científica.
  2. Ratificar y aplicar el Acuerdo de Escazú para fortalecer la participación ciudadana.
  3. Crear un plan nacional de adaptación y mitigación climática.
  4. Promulgar una Ley de Cambio Climático con enfoque transversal.
  5. Revertir la devastación ambiental en zonas protegidas como Canaima y la Amazonía venezolana.

El Día de la Tierra en Venezuela es hoy un recordatorio de lo que ya se ha perdido, pero también un grito por lo que aún se puede salvar. Frente a un régimen que niega la crisis y silencia la ciencia, la defensa de la tierra se convierte en una forma de resistencia y un deber con las futuras generaciones.