Durante cuatro días se han registrado cerca de 70 movimiento telúricos, con epicentros localizados en Bachaquero (Zulia), además de localidades en Trujillo, Lara (Carora) y reportes en Táchira.
El fenómeno denominado como «enjambre sísmico» señala que la actividad n ose limita a un evento aislado, sino son un seguidilla de movimiento y réplicas que mantienen a las autoridades en alerta desde el pasado 24 de septiembre.
Los sectores La Ceiba y Bachaquero concentran la mayor cantidad de sismos desde el miércoles en Venezuela, con magnitudes que han superado los tres grados en la escala de Richter, de acuerdo con los reportes de la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis).
La actividad también ha alcanzado a estados en el centro del territorio nacional.
Con información de El Nacional
Riesgos por sismos en Venezuela
Funvisis advirtió en 2018 que 80% de la población venezolana vive en zonas de alta amenaza sísmica.
“Son zonas variables que aumentan el nivel de riesgo. Lo hacen cada vez mayor a medida que se eleva el índice demográfico y las inversiones en infraestructura”, señaló la institución en un informe citado por CNN.
Entre las principales fallas tectónicas que atraviesan el territorio nacional destacan: Boconó, San Sebastián, El Pilar y Oca-Ancón, todas vinculadas a la interacción de las placas del Caribe y Suramérica.
La falla de Boconó: el mayor riesgo
De estas estructuras, la falla de Boconó es la de mayor relevancia. Se extiende aproximadamente 500 kilómetros en la región andina, desde la depresión del Táchira hasta el mar Caribe, y se conecta al este con las fallas de Morón y El Pilar.
Su fuerte expresión topográfica y su origen en el Pleistoceno superior la convierten en un rasgo geológico crítico. De hecho, sobre los sedimentos que dejó en su formación se levantó la meseta donde hoy se asienta la ciudad de Mérida, una de las zonas más expuestas del país.
Aunque no existe un consenso exacto sobre los límites de las placas del Caribe y Suramérica, la presencia activa de estas fallas coloca a Venezuela entre los países de la región con mayor exposición a movimientos telúricos.