Desde distintos estados de Venezuela, millones de caminantes llegan a la frontera con Colombia y huir de la crisis económica, social y humanitaria que enfrenta el país para intentar encontrar una mejor calidad de vida.
Esta situación se registra de manera masiva desde hace casi cuatro años, pese a que su visibilidad en las noticias ya no es la misma, es una realidad que continúa registrándose.
Dulce Betancourt es una de las miles de migrantes. Viajó junto a sus dos hijas de 5 y 8 años desde Barquisimeto, estado Lara, hasta la frontera para llegar a Medellín, donde espera establecerse y lograr mejorar el futuro de las niñas y de ella misma.
La razón por la que salió de Venezuela fue la poca capacidad adquisitiva para garantizar la alimentación y educación de las infantes. «Uno trabajaba y ganaba 20 dólares a la semana y con eso no comía. Un kilo de harina cuesta 3 dólares, pero había que comprar caraotas para echarle, porque el pollo y la carne son demasiado caros y no alcanza», contó la mujer.
El trayecto desde la que era su casa ha sido «rudo», según cuenta ella misma. Son las niñas quienes la auparon a seguir y que al llegar descansen. El futuro es incierto, porque llegarán a Medellín pero no saben bien qué harán o a dónde llegarán.
A los problemas de alimentación, se suma que Betancourt tampoco podía cubrir los gastos de educación de las niñas. Ni uniformes, ni zapatos y mucho menos los útiles. Esos gastos le resultaban imposibles, además que también debía garantizarles la comida y meriendas.
Huir a Colombia a los 67 años
La vejez no ha sido fácil para Martha Chacín, de 67 años, decidió salir caminando desde Caracas hasta Bogotá porque en su ciudad natal ya no lograba sobrevivir.
La pensión de menos de cinco dólares no le era suficiente para comprar medicamentos ni alimentos. Por su edad le resultaba imposible conseguir trabajo.
Bogotá representa la única esperanza de poder terminar de envejecer en paz. Jamás había visto la crisis de Venezuela y ahora que la padece, sabe con certeza cuál es la única opción con la que podrá optar para ser atendida en un sistema de salud mejor.
«Anteriormente uno iba a sus clínicas para que lo atendieran. El Seguro Social daba las medicinas y uno no pasaba calamidades, ahora no, todo eso se acabó», sentenció.
La ruta para llegar a la frontera caminando ha sido «horrorosa», como ella la define. Debió pasar hambre, pedir aventones en el camino y «dormir como un perro», en las noches mientras descansaba para seguir.
En el contexto de las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio, la encuestadora Meganálisis publicó que al menos el 40% de los venezolanos consideraría salir del país si llegase a ganar Nicolás Maduro.