La crisis salarial golpea duramente a sus educadores. Los sueldos paupérrimos condenan a los maestros en Venezuela a la miseria, limitando drásticamente su capacidad para costear alimentación y gastos básicos. La situación exige atención inmediata ante el colapso del poder adquisitivo del sector.
El caso emblemático de Gerardo Ramírez: un maestro profesional sobrevive con $5
Gerardo Ramírez, docente con una maestría en el estado Táchira, ejemplifica la tragedia. Aunque dedicó su vida a la enseñanza y a la lucha sindical, su esfuerzo no recibe una remuneración justa. Hoy, con un sueldo que apenas alcanza los 5 dólares al mes, depende del apoyo económico de sus hijos para sobrevivir. Su pago de aguinaldos, de 5 dólares, demostró crudamente la precariedad que vive el gremio.
El aguinaldo de Ramírez alcanzó los 1.253,22 bolívares, un monto que, al momento de la grabación, equivalía a $5 USD.
Ramírez mostró a Dossier Venezuela qué pudo comprar con ese dinero: 200 gramos de café, tres zanahorias y tres tomates. Incluso debió añadir 50 centavos de dólar de su bolsillo para completar estos pocos artículos.
La realidad del magisterio: el salario no alcanza
Miles de maestros en Venezuela comparten la misma situación crítica. La inestabilidad económica obliga a los educadores a buscar empleos alternativos para cubrir sus necesidades básicas. Otros, como Ramírez, confían en la ayuda familiar para subsistir. Esta realidad amenaza directamente el futuro de la educación en el país.
El recuerdo de una dignidad perdida
«Antes comprábamos neveras, cocinas, pintábamos la casa, preparábamos 200 hallacas, comprábamos regalos, vino y hasta ahorrábamos para enero. Hoy, eso es imposible», recuerda Ramírez con nostalgia.
Él relata cómo hace años su sueldo y sus aguinaldos permitían mantener a su familia y vivir dignamente. La actual realidad despojó al docente de su poder adquisitivo y su calidad de vida.
Esperanza y resistencia del educador Venezolano
Pese a las adversidades, Gerardo Ramírez mantiene la esperanza. Él sueña con que el país reconozca su esfuerzo y el de sus colegas. Un maestro dedica su vida a la formación permanente y a la lucha por los derechos de los trabajadores, y espera que ese valor se remunere adecuadamente.
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