Ojalá la guajira solo fuera conocida por sus hermosos paisajes y su rica cultura, en cambio se ha convertido en zona de la guerrilla terrorista, una zona que desde hace décadas se registran los casos más terribles de asesinatos y masacres, que muchas veces pasan desapercibidas por quienes viven tanto en Colombia como en Venezuela.
Precariedad sostenida
Una gran península que empezó con la gran nación wayuu instalada en ella como pueblo originario, pero con los años desde la colonización hasta nuestros días, fueron entrando otros personajes. Los llamados Alijunas o no wayuu quienes se mezclaron con los indígenas y se hicieron parte de La Guajira. Hoy día los municipios y departamentos que integran la zona peninsular tanto del lado colombiano como el venezolano han cambiado, lo único que se mantiene es la precariedad en la que viven sus habitantes. Esto hace el caldo cultivo ideal para la instalación de grupos armados e insurgentes que se aprovechan precisamente de estas necesidades. La permeabilidad hace que cualquiera se organice para delinquir en ambos países.
Nuestro personaje conoce La Guajira muy bien, tanto que sabe es hombre muerto si su nombre se da a conocer en esta pieza periodística, accedió a darnos su visión de lo que sucede en la península, una tierra que está entre dos fronteras, y precisamente eso es hoy día un problema, lo llamamos Juan González para efectos de este trabajo.
Nacen y mueren
Un grupo dominante, como el macho Alfa en el reino animal, en esa zona limítrofe siempre hay presencia de grupos criminales que como los astros, nacen y posteriormente mueren, para muestra un botón, una banda llamada La Zona, fue un grupo delincuencial que se constituyó en mayo de 2018 aproximadamente y ya a finales de 2019 lo hizo desaparecer la pandemia y otros intereses relacionados a la dinámica que se presenta en la frontera, es que contrabando y narcotráfico son dos grandes negocios.
Lo peor es que esa desaparición no se da por mucho tiempo, lo que verdaderamente ocurre es una sustitución, como si se hiciera una especie de reingeniería en una gerencia en determinada empresa, se cambia al líder y su equipo, entrando otro, pero esta dinámica ocurre en cuestión de días, y con el tiempo los lugareños terminan conociendo el nombre y demás detalles de los nuevos actores en esta gran obra llamada dinámica criminal fronteriza. Advierte Juan González que, se conoce muy bien a quien se va, pero quien llega poco a poco hace saber su presencia.
El negocio es tan sustancioso que hasta la franquicia criminal más exitosa de Venezuela, en Tren de Aragua, nacida con el nombre de un tren venezolano que por cierto jamás se construyó, irrumpió en La Guajira buscando ampliar el negocio y replegó al ejército de liberación nacional con un grupo de hombres. Por un momento, los criminales superaron en número al ELN.
Pero la avanzada no les duró mucho, el ELN tiene más años de práctica en combate y la gente del Tren de Aragua lo averiguo a la mala, la guerrilla prácticamente los hizo replantear su estrategia, la guerrilla no solo buscó refuerzos, sino que impidió siguieran tomando posición, los del Tren de Aragua perdieron varios de sus integrantes y debieron dar marcha atrás.
¿Y el llamado Forjador de Libertades?
Es que en La Guajira, al igual que en otros municipios que limitan con Colombia, el control que tiene la guerrilla más antigua del continente, el ELN, es evidente, en todos los sectores de la sociedad, desde el comercial hasta el ganadero, están presentes, pero a todas estas, qué pasa con el llamado Ejército Venezolano, forjador de Libertades? Juan responde desde el árbol que escogió a las afueras de su casa para recibirnos, ¨la presencia de las fuerzas armadas ejército, guardia nacional solo se remite a controlar las vías donde tienen alcabalas¨, o retenes como se les conoce en Colombia
En todo este tiempo, hasta en los procesos electorales, cualquiera que se tenga pendiente hacer en el país, los partidos y dirigentes deben buscar el acercamiento con estos grupos, y esperar respuesta. Ningún abanderado hasta ahora se ha atrevido a hacer una incursión a zona alguna en la frontera sin antes avisar.
Por eso es que muchos de los que llegan a pueblos fronterizos con la intención de investigar, deben hacerlo con cautela, porque nadie sabe para quién trabaja, hay personal constantemente vigilando y trabajando para estos grupos y están en todas las comunidades, son realmente pocas las zonas donde no hay al menos uno de sus voceros.
De hecho siempre la cautela por delante, nuestro entrevistado averiguó sobre nosotros antes de aceptar encontrarse con el grupo. ¨Yo estoy hablando con usted puedo pensar que usted es uno de ellos uno no sabe con quién está hablando porque todo está en secreto y hay que cuidarse ̈.
Gobernabilidad cero
Las autoridades civiles elegidas democráticamente, en los municipios fronterizos, tienen un serio problema de gobernabilidad, porque los ciudadanos saben a ciencia cierta quién controla en realidad la circunscripción. ̈Aquí nadie se le da por ir a pedir un permiso a la alcaldía porque la alcaldía no te va a dar permiso de nada, ningún cuerpo de seguridad pues qué permiso nadie da permiso los permisos los dan los que tienen el control ̈, nos reitera Juan González, con rostro visiblemente incómodo al admitir como ha sido testigo de la pérdida de la soberanía nacional.
Y ni hablar de la autoridad que tienen los indígenas, la nación wayuu perdió a un personaje importante en la resolución de conflictos entre clanes, al llamado Palabrero.
En la actualidad hay una enorme negligencia tanto en Colombia como en Venezuela para resolver este problema, es como si el interés por solucionarlo no existiera.
Terroristas y delincuentes cohabitan con los wayuus y alijunas que tienen como hogar a la península, se enamoraron de esa tierra, pero con los años, algunos tuvieron que dejarla en medio de lágrimas no solo por la crisis de Venezuela y que Colombia dejó de ser la alternativa, sino por seguridad. En comunidades de ambos países hay rutas instaladas para todo tipo de mercancía que generan millones, recursos que se quedan en las bandas y solo las sobras caen a quienes colaboran, una realidad que se ha mantenido por décadas y que posiblemente, siga así muchos años más.
Voluntad política, solo eso hace falta para mantener a raya no solo a los grupos terroristas, sino a las bandas organizadas, sin esto, la pacificación en la zona limítrofe será