Por Villca Fernández
Recordar es un acto de valentía. En medio de la oscuridad, rememorar lo vivido no solo es un ejercicio de memoria, sino también una forma de rendir homenaje a quienes, con coraje, se enfrentaron a la opresión. Las voces de la resistencia venezolana siguen vivas, cargadas de esperanza, dolor y determinación. Pero a un año del 28 de julio, ya no basta con recordar: es hora de actuar con fuerza, sin miedo y con estrategia.
Un testimonio de resistencia es que Venezuela ha resistido, ha protestado, ha demostrado al mundo su anhelo de libertad. Y el 28 de Julio del 2024 , bajo el liderazgo de María Corina Machado, el pueblo logró una hazaña sin precedentes: demostrar con pruebas contundentes que hubo un robo electoral, que el Consejo Nacional Electoral (CNE) está completamente arrodillado al régimen, y que en Venezuela no existe democracia ni Estado de derecho.
Un año de represión brutal
No olvidemos que, a un año de ese robo a la voluntad popular, el saldo ha sido devastador:
- Más de 5.000 detenciones arbitrarias de las cuales aún hay cientos de ellas que engordan la lista de miles de Presos Políticos civiles y militares
- Cientos de desaparecidos civiles y militares
- Torturados civiles y militares
- Asesinados civiles y militares
- Miles de exiliados, civiles y militares
- Cientos de dirigentes políticos en la clandestinidad y militares
Todo esto ha sido ejecutado por una narcodictadura que no se sostiene por votos, sino por la fuerza brutal de la represión. Cada segundo que pasa es una afrenta más a la dignidad y a los derechos del pueblo venezolano.
Un régimen criminal y transnacional
No estamos frente a un simple gobierno autoritario. Estamos enfrentando un sistema que financia el terrorismo internacional, que encabeza el crimen organizado transnacional, y que está dispuesto a asesinar para mantenerse en el poder. Hoy, Venezuela es un taller de armas para grupos terroristas, un laboratorio de camuflaje para criminales internacionales. Es la mayor amenaza para la estabilidad democrática de América Latina y la seguridad de Estados Unidos.
La fuerza es ahora una necesidad
Así como lo hicieron nuestros próceres —Bolívar, Miranda, Páez— en la lucha por la independencia, hoy también libramos una guerra por la libertad. Esta es nuestra nueva independencia. Es fundamental dejar el miedo, entender que si no pensamos estratégicamente, como lo haría el enemigo, no vamos a poder derrotarlo.
El uso de la fuerza, desde la ciudadanía organizada hasta la desobediencia militar, ya no es una opción: es una necesidad histórica. No podemos seguir siendo ingenuos ante un régimen dispuesto a exterminar a todo aquel que represente una amenaza para su permanencia.
La fusión de todas las rutas
El pueblo venezolano debe entender que no hay un solo camino. La desobediencia civil, la protesta activa, el sabotaje estratégico, la presión internacional, la acción militar nacional y el apoyo internacional real son parte de una sola ruta: el derrocamiento del régimen.
La comunidad internacional no puede seguir siendo débil frente a una narcodictadura que ha destruido un país y amenaza la paz regional. El tiempo de los comunicados tibios ha terminado. Es hora de actuar con contundencia.
Conclusión
Esta lucha no es solo política: es una lucha por la vida, por la justicia, por el alma de una nación. Cada minuto de silencio fortalece al opresor. Cada día que pasa es una oportunidad perdida. Es urgente una acción coordinada, nacional e internacional, que libere a todos los presos políticos, que desmonte las estructuras criminales del poder, y que nos devuelva la soberanía.
Que este sea el grito que rompa el miedo. Que esta sea la hora de los valientes. Venezuela no puede seguir esperando. La libertad no se ruega. Se conquista.