El sábado 9 de agosto de 2025, el cuerpo de Yetzimar Carolina Piñero Valladares, de 18 años, fue hallado en un barranco de 300 metros de profundidad en la Quebrada de Las Rosas, sector Palo Alzado, municipio Sucre, estado Portuguesa. Reportada como desaparecida desde el 6 de agosto, tras salir de su casa en el caserío Santa Teresa para reunirse con una amiga, su cadáver fue encontrado en avanzado estado de descomposición. La necropsia del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (SENAMECF) confirmó que Yetzimar fue estrangulada, presuntamente con una camisa, tras ser retenida y abusada sexualmente por su exnovio, Eduard A. A., de 21 años, quien confesó el crimen y reveló la ubicación del cuerpo, según El Nacional y Portuguesa Reporta.
Un crimen brutal
Eduard A. A., detenido por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de Guanare, enfrenta cargos por feminicidio. Según Yaracuy al Día, la joven fue interceptada por su exnovio, quien la mantuvo en cautiverio por un día antes de asesinarla. El operativo de búsqueda, que involucró a Bomberos, Protección Civil, militares y policías, logró recuperar el cuerpo tras intensas maniobras de descenso.
Este feminicidio, el segundo en Portuguesa en 2025, se suma a una ola de violencia de género, con 61 casos reportados entre enero y mayo, según la ONG Utopix, que denuncia un subregistro por la falta de datos oficiales.
Paralelismos con otros casos
El caso de Yetzimar guarda similitudes con el feminicidio de Génesis Medina en Yaracuy, donde George Rangel, un funcionario del CICPC, fue detenido por asesinar a su pareja. Ambos crímenes reflejan la vulnerabilidad de las mujeres en Venezuela, agravada por un régimen que perpetúa la impunidad. La CIDH y Amnistía Internacional han denunciado un “clima de miedo” con 15 desapariciones forzadas y 2,200 detenciones arbitrarias desde las elecciones fraudulentas de 2024.
La persecución de defensoras como Andreina Baduel y la asfixia presupuestaria a la UCV, que limita la educación como herramienta de cambio, muestran un sistema que normaliza la violencia contra las mujeres.