(Redacción por David Gallardo) Jonatan Palacios fue enfático con nosotros: No siente felicidad por su liberación, porque está consciente que deja atrás muchos presos políticos que siguen sufriendo las humillaciones, torturas y vejaciones que él sufrió por 930 días, pero este sentimiento tan complicado no lo detiene en la autopista: Mientras que conversaba con nosotros, alguien al volante lo llevaba lo más lejos posible de la frontera colombo-venezolana donde las amenazas de la dictadura vienen escritas con sangre.
El día de ayer tuvimos en exclusiva lo que fueron las primeras declaraciones de Palacios tras su liberación y exilio, un vídeo de casi 5 minutos que detenían el aliento de cualquier persona que mostrara aunque sea un pizca de empatía, pero esta entrevista dejó a más de un compañero sin palabras, desde la distancia no podíamos dejar de pensar en lo mínimo que podría necesitar Jonatan: un abrazo y un hombro donde llorar esos 930 días de injusticias y desgracias.
«Fui expulsado como un criminal en un país al que le dediqué los mejores años de mi vida, donde rescaté miles de animales y construí la fundación de protección animal más grande y más importante que había en Latinoamérica», fue uno de los primeros comentarios que nos dijo Jonatan Palacios en la entrevista.
Funda Bolívar fue la organización que mantenía ocupado a Jonatan Palacios antes de su secuestro por la dictadura. Esta iniciativa cubría un flanco que tenía completamente olvidado la sociedad venezolana: el rescate de animales silvestres o en situación de calle. Palacios nos repitió varias veces que su objetivo jamás fue hacer algún tipo de denuncia en contra de la dictadura o el de desmantelar alguna organización ilegal, su única meta era mantener su fundación y buscar los culpables de la muerte de su familia.
«Mi labor no era enfrentar las mafias, mi labor era defender los animales (…) Simplemente esos vehículos que llevaban gasoil de contrabando hacia la frontera, una actividad normal de la frontera, asesinaron a mi familia y yo salí a pedir justicia. A mi hija de cuatro años la mataron, yo la saqué de ese hueco, la saqué con su cuerpo destruido y salí a pedir justicia», relató.
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Como muchas personas en Venezuela, Jonatan no obtuvo ningún tipo de respuesta por parte del régimen en el momento, pero bastaba con que republicara una imagen editada de Tarek William Saab para que lo atacarán y lo detuvieran por haber «atacado» al Fiscal General de la dictadura.
Desde aquella noche
La primera noche de Jonatan Palacios sin su familia fue una verdadera pesadilla, el dolor de la injusticia y el luto por su perdida eran sus acompañantes más amargos, no obstante un nuevo nivel de tortura dantesca se abrió cuando empezó a recibir amenazas por parte de la dictadura en ese mismo lamentable día.
«Ellos estaban buscando destruirme y el objetivo era callarme, ellos me amenazaron, apenas ocurrió el accidente, esa misma noche me amenazaron, amenazaron a mi familia, amenazaron a todo el mundo para que no dijéramos que habían sido unas gandolas de Freddy Bernal», denunció Palacios.
Esta situación continuó por tres noches seguidas, pero se amplió también a las familias de los trabajadores de Funda Bolívar, quienes terminaron encarcelados y torturados, siendo esta situación que Palacios señala como culpable a Tarek William Saab.
En su búsqueda de la justicia conocer quienes fueron los responsables de la muerte de su familia, Palacios se tropieza con una organización que era liderada por Freddy Bernal, actual gobernador del estado Táchira. Su intención jamás fue esa, pero un audio que logró obtener por un sargento confirmaba que dichas gandolas pertenecían a los grupos delictivos que trabajaban para el mismo gobernador.
«Mi único objetivo era llegar a los responsables que habían matado a mi familia y que se hiciera un proceso judicial, porque yo hasta ese momento creía que en Venezuela había justicia, pero ¿qué sucede? El sargento Sarmiento del puesto de Peracal, una persona que conocía la labor de la fundación, me envía unos audios confesándome que el dueño, la persona que envió esas gandolas en la noche, que pasaron por un certificado, era el que para ese momento era candidato para la gobernación, el protector del estado Táchira, el ciudadano Freddy Bernal», declaró Palacios.
Tener estos audios le costó a Palacios el allanamiento y destrucción de su fundación. Las autoridades confiscaron teléfonos, computadores y amedrentaron a todos los trabajadores. El único objetivo del momento era eliminar la evidencia.
Ser preso político en Venezuela
Jonatan Palacios continuaba en la autopista, a veces hacía paradas para no perder la señal y continuar con la entrevistas, pero en esos momento de pausa y esperando que volviera a conectar, el silencio entre nosotros era… demasiado ruidoso, pensar en todo lo que pasó es algo que te hace apreciar mucho más la democracia y la libertad, pero también te hace extrañarla mucho más.
La experiencia que vivió Palacios lo hace definir a Venezuela como «un Estados terrorista». El ex-preso comenta que la dictadura no sabe distinguir entre sus víctimas, el mismo ataque siniestro y violatorio va en contra de cualquiera que está en contra del régimen, realmente no importa si eres un sindicalista o un político, pasarás por lo mismo.
«Es un grupo de mafiosos que señalan a cualquiera, al que no les guste, al que no cumplió lo que debían hacer y simplemente lo destruyen, pero lo destruyen de una manera que ni siquiera la muerte se asemeja, porque nosotros los presos políticos somos víctimas de una destrucción familiar, de una destrucción moral, de una destrucción interna (…) A mí me metieron en un calabozo, me amarraban, me sometían a palazos, me tenían durmiendo dentro de una letrina donde todo el mundo defecaba, le decían a los demás privados de libertad que me golpearan, que el que fuera capaz de matarme le iban a dar beneficios», recordó.
Todas las personas que trataban de ayudarlo fueron amenazadas hasta el punto en el que Palacios prácticamente estaba solo. Entre las torturas, las humillaciones y el abandono, muchas veces deseó la muerte para sentir un alivio de esta pesadilla. «La vida de los presos políticos es aterradora, es una destrucción. Nosotros ¿Cómo volvemos a ser los mismos? ¿Cómo se vuelve después de esto? ¿Cómo se regresa a la vida? Yo quisiera que alguien me explicara, porque todos me están felicitando, me dan la bienvenida a la libertad. No sé qué es, no siento libertad, siento que detrás mío queda una estela de personas que están sufriendo muchísimo», repitió.
Palacios nos confesó que diseñó un plan para mantenerse con vida dentro de la cárcel, afirma que prácticamente tuvo que arrodillarse al Estado de Colombia para que lo atendieran y lo ayudarán a mostrarle esta cruda realidad a los políticos colombianos. Para él es muy importante recordar que existen muchos colombianos que aún siguen como presos políticos y que su país debería hacer algo para que este sufrimiento termine.
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«Habían una cantidad de colombianos que llevan cuatro o cinco años sin ni siquiera ser procesados. Eso es violatorio, son personas secuestradas y así se multiplica en todas las cárceles de Venezuela», denunció Jonatan Palacios.
Llegó el momento en el que Palacios tuvo que agarrar una fuerte bocanada de aire y describirnos alguna de las torturas que le realizaron. Él explica que muchas de estas comprometían su integridad física y mental. «Es un proceso muy complicado, es el sentirte humillado, degradado como hombre, que te golpeen, que te hagan acostar en un piso lleno de heces fecales, que no tengas que tomar, que no tengas con qué bañarte, que no tengas comida, que pases días y días sin comer», relató.
Palacios comenta que su pareja estaba en la misma cárcel que él. Muchas veces fue obligado a observar cómo los funcionarios del CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas) la abusaban sexualmente a ella y otras mujeres, forzándolas a hacerles felaciones.
El ex-preso político nos mostró que tiene un tumor en la cabeza, producto de las muchas palizas que le daban dentro de la cárcel.
Mientras que él vivía estos horrores, Palacios afirma que el estado colombiano, durante el gobierno de Iván Duque, no hizo mucho al principio por él. Estuvo forzado a realizar huelgas de hambre y autoflagelarse para que le prestarán atención.
Palacios afirma que existía una funcionaria del Consulado de Colombia en Venezuela llamada Lucy Contreras que recaudó todos los detalles y denuncias de Palacios, pero pronto se daría cuenta que dichos documentos fueron realizados como tal. El ex-preso político le pidió a la familia que los solicitará en el Consulado, pero jamás se hizo entrega.
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«En este momento la actitud del gobierno colombiano con el régimen venezolano era de silencio, de complicidad. ¿Cómo puede haber complicidad? Aquí no se trata de política, aquí no se trata de política, se trata de derechos humanos y los derechos humanos no tienen color político», denunció.
Palacios también admite que logró tener algo de «suerte» por los movimientos diplomáticos que se hicieron para negociar su libertad, pero eso no cambia todos los intentos de la dictadura para mantenerlo secuestrado. «Cambiaron el delito de incitación al odio contra el Fiscal General de la Nación y pusieron que ultraje al Fiscal General de la Nación y por eso me condenaron. O sea, con eso taparon sus casi tres años de torturas. Un proceso injustificado, un proceso que no tiene ningún fundamento legal, pero es que no hay justicia», relató.
El ELN
El Ejército de Liberación Nacional (ELN) tiene un control absoluto dentro y fuera de la cárcel en el estado Táchira. Su influencia y dominio son innegables. Palacios afirma que ellos tienen el poder de decidir quienes van presos o no, quienes salen a pesar de tener orden de libertad.
Pero este poder dentro del estado es consensuado por las autoridades. Palacios denuncia que el gobernador Freddy Bernal está al tanto de esta situación.
«En las cárceles es muy importante que se sepa que no hay personas presas que sean realmente culpables, o sea, los culpables están en libertad, porque en Venezuela todo el sistema judicial está corroído, entonces es simplemente que como es el ELN el que tiene el poder económico, pagarle a cualquier juez 5 mil, 10 mil dólares para que salga cualquier persona en libertad, ese es el proceder de la justicia en Venezuela», denunció Jonatan Palacios.
Palacios comenta que la relación de poder entre Bernal y el ELN es tan fuerte y estable que en las salidas y entradas del pueblo de San Antonio puedes ver oficiales del grupo guerrillero que anotan quienes entran, se mueven y salen de la frontera colombo-venezolana.
Teniendo al ELN y los funcionarios del CICPC que estimulaban cualquier ataque en su contra, Palacios tuvo que aplicar juegos mentales para evitar ser asesinado en la cárcel. «Me tocó convencerme que debía ser un buen amigo, a tratar de escuchar, o sea, a crear estrategias para poder salvar mi vida, porque siempre estuvo en riesgo. Siempre ellos le decían que quien atentara contra mi vida iba a obtener beneficios, y eso para una persona que está penada a 20 años, a 15 años, es excelente, es una oportunidad fácil, y cualquier persona que sea enemigo dentro de una prisión, donde se arman todo el tiempo peleas a cuchillos, donde hay muertos todo el tiempo, es fácil decir que simplemente fue una riña colectiva, que lo atentaron contra él, y se acabó. Entonces me tocó idear muchísimas estrategias para poder salvaguardar mi vida», confesó.
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Palacios nos confesó que redactó un documento donde solicitó al Estado que lo matara porque necesitaba terminar con esta tortura, pero fue rechazada porque la dictadura debe continuar victimizándose frente la Comunidad Internacional y perfilarse como un defensor de los Derechos Humanos.
«Ellos siempre le dan la mano a las organizaciones de derechos humanos, diciendo que son excelentes defensores de los derechos humanos, porque son crueles, pero delante del mundo intentan aparentar un rostro de que son humildes y bondadosos», comentó.
Una de las tácticas que usó Palacios para mantenerse con vida era conversar siempre con los pranes y contarles su historia, demostrar que él no era una mala persona y que estaba muy lejos de ser culpable de cualquier delito. Esto era algo que repetía constantemente para asegurarse que había influenciado a estos criminales y así evitar cualquier daño físico.
«Ellos planificaban algo en mi contra y yo lo que hacía era redactarlo. Lo redactaba inmediatamente y buscaba la forma de sacar eso a la calle. Y decía, bueno, ustedes ya, yo ya vi que ustedes me quieren hacer este daño. Si me hacen este daño, la gente se enterará», recordó Palacios.
Una de las amenazas más recurrentes que escuchaba Palacios en su contra era el posible traslado a hacía la cárcel El Dorado. Este penal es donde se mantienen castigados a todos los colombianos, además que es unas de las cárceles con peor acceso. «Al colombiano lo castigan simplemente por ser colombiano (…) no le dan beneficios de ley que están estipulados. Al colombiano lo tienen totalmente denigrado aquí en Venezuela. Es lamentable y yo realmente espero que el presidente Gustavo Petro, que las organizaciones, que el Senado, que la Fiscalía, a todas esas entidades que les corresponde escuchar lo que es la violación de derechos humanos en Venezuela», denunció Jonatan Palacios.