La oposición venezolana se pegó un tiro en el pie al designar a tres diputadas exiliadas en la nueva junta directiva del parlamento opositor que, de alguna manera, le hizo contrapeso a Maduro desde el año 2019.

La nueva directiva de la Asamblea Nacional de 2015, considerada por muchos analistas políticos venezolanos y extranjeros como el verdadero y legítimo Poder Legislativo de Venezuela -esto en virtud de las elecciones parlamentarias organizadas por el régimen de Maduro en 2020 y no reconocidas por varios países del mundo por violar la Constitución y las leyes- constituye un retroceso en la lucha de las fuerzas democráticas por tratar de sacar al dictador Nicolás Maduro del poder.

La nueva directiva electa el pasado 5 de enero de 2023, está integrada por 3 diputadas que no viven en Venezuela, sino que se encuentran desde hace mucho tiempo en el exilio. Dinorah Figuera, dirigente de Primero Justicia y quien fue juramentada como nueva Presidenta, vive desde hace años en España. Marianela Fernández, dirigente de UNT, quien fue nombrada como primera vicepresidenta, vive en EEUU; y Auristela Vásquez, dirigente de Acción Democrática -la AD que dirige Henry Ramos Allup y que no tiene los símbolos ni la tarjeta de ese partido- también vive en España.

Una nueva directiva en el exilio

Esta nueva Junta Directiva, que sustituye a la junta anterior presidida por Juan Guaidó, no ejercerá sus funciones dentro de Venezuela como lo hacía la directiva anterior, lo que de alguna manera le quitará un gran peso de encima al régimen de Maduro. Algunos analistas consideran, de hecho, que la oposición cometió un suicidio político al entregar la representación del Poder Legislativo a diputados que se encuentran fuera de Venezuela y trabajarán desde el exterior, con muy poca incidencia en las decisiones que adopta a diario el régimen de Nicolás Maduro.

La directiva que presidió Juan Guaidó entre 2019 y 2022 no pudo hacer grandes cosas contra el régimen de Maduro, pero al menos pudo trabajar desde Venezuela y eso representó siempre un gran desafío para el oficialismo, que en más de una ocasión se vio obligado a tomar acciones para evitar que el denominado gobierno interino avanzara en sus pretensiones de sustituir a la dictadura.

Ahora, con una nueva directiva parlamentaria que ya no estará dentro de Venezuela sino en el exterior, Maduro se quita un problema de encima y, al menos, no tendrá que preocuparse por una Asamblea Nacional que le hizo sombra. Aunque cueste reconocerlo, la designación de una Junta Directiva en el exilio es un triunfo para Maduro y un gran retroceso político para la oposición, que deberá conformarse con hacer sesiones online desde el extranjero, sin ningún peso para el acontecer diario de todos y cada uno de los venezolanos.