El presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, publicó una reflexión sobre su primer año en el exilio tras salir de Venezuela, un proceso que describió como una misión política y moral para resguardar la voluntad de millones de venezolanos que votaron por un cambio democrático.
En un texto publicado en el medio español El Mundo, narró su inesperada salida en un avión militar español, el dolor de la distancia familiar y la desaparición forzosa de su yerno, pero destacó también la acogida en España y el trabajo que ha hecho internacionalmente para denunciar al régimen de Nicolás Maduro, mantener la legitimidad electoral y organizar junto a María Corina Machado una transición democrática.
González describió su salida de Venezuela como un momento inesperado y no planificado, subiendo a un avión de la aviación militar española que aguardaba en República Dominicana.
«No fue una salida prevista con calma ni mucho menos planificada. Un avión de la aviación militar española había partido desde Madrid y aguardaba en República Dominicana. Allí esperaba que se firmara un acuerdo político que nunca se cumplió. Fue en ese punto donde comenzó mi exilio», escribió.
Durante el vuelo, la tensión fue tan grande que nadie durmió, aunque los silencios largos decían más que cualquier palabra. Al llegar a España, fue recibido por su hija, lo que le dio sentido al camino.
«No era solo un cambio de lugar, era la confirmación de que lo humano, lo familiar, seguía sosteniéndome incluso en medio de la incertidumbre.»
A los 75 años, González reflexionó sobre cómo la incertidumbre se vive de otra manera, destacando el dolor de la ausencia de su yerno Rafael, secuestrado en Venezuela por cuerpos de seguridad del Estado, y la distancia de sus nietos.
«Mi yerno Rafael fue secuestrado en Venezuela por cuerpos de seguridad del Estado, y ayer domingo se cumplieron ocho meses desde aquel día. Su caso se ha mantenido como una desaparición forzosa, lo que ha hecho aún más dura la espera. La distancia no me ha permitido estar con mi hija en Caracas ni acompañar a mis nietos en estos 12 meses. Ellos han cumplido años, han pasado de grado, han seguido creciendo con la ausencia de su padre y también con la mía. Esas ausencias son las que más pesan en el exilio porque no hay avión ni reunión que las compense.»
Desde España, González ha llevado la voz del pueblo venezolano a parlamentos europeos, cancillerías y organismos internacionales, denunciando los desmanes del régimen y presentando informes de incidencia.
«He dialogado con presidentes, líderes políticos y sociales, con comunidades venezolanas en distintas ciudades y con medios de comunicación que amplifican la verdad de nuestra causa. Cada encuentro ha sido parte de una estrategia para mantener viva la legitimidad democrática, sensibilizar sobre la tragedia venezolana y sumar aliados a la lucha por el retorno de la libertad.»
En lo privado, ha profundizado la organización junto a María Corina Machado, preparándose para la transición.
«María Corina y yo hacemos buen equipo. Juntos nos hemos preparado para la transición porque la responsabilidad de encarnar un mandato democrático no admite improvisaciones.»
González enfatizó que cada día de exilio ha servido para fortalecer el mandato legítimo que pertenece al pueblo venezolano. «No defiendo un cargo ni un nombre; defiendo un mandato legítimo que pertenece al pueblo venezolano. Ese mandato no se ha quebrado a pesar de la persecución. Cada día de exilio ha servido para fortalecerlo y para preparar el regreso. Cuando llegue ese momento, Venezuela sabrá que la dupla, María Corina y yo, acompañados por muchas personas que conforman un equipo y un país, nunca dejamos de trabajar por su libertad y por la legitimidad que le dio sentido a esta lucha.»
Este texto se publica en un contexto de creciente presión internacional contra Maduro, tras la designación del Cartel de los Soles como organización terrorista global por EE. UU., con una recompensa de 50 millones de dólares por su captura.