Columna de David Gallardo

Glenda Gil, una maestra que me educó casi durante toda mi primaria, esa es la persona en la que pienso ahora, en nadie más. Ha pasado tanto tiempo, no se si está viva o no, pero me duele pensar que quizás ahora se esté dedicando a otra cosa que no sea educar. Era dulce y educada, pero distante para no mostrar favoritismos, habían días y días en los cuales su paciencia escaseaba por culpa de 31 alumnos en la misma aula, no obstante no le importó cargar ese grupo durante cuatro años, supongo que se encariñó con nosotros.

De todas las materias, había una que realmente le apasionaba: Historia. De hecho, una vez me reprobó porque no fui lo suficientemente exacto en los datos históricos, o sea, estamos hablando de la primaría, definitivamente no fui nada exacto teniendo en cuenta el nivel de exigencia que merecía ese grado académico.

Muchos años después de vuelta a este escritorio, me doy cuenta que realmente me duele pensar que quizás justo ahora no esté educando, tal vez ni siquiera esté en el mismo colegio en Propatria, Caracas.

Supongo que eso es lo que pasa con miles y miles de maestros, profesores y docentes en general, ya no es viable económicamente enseñar y ni siquiera se trata del estigma de “el educador siempre ha ganado poco”, estamos hablando de un régimen que se ha encargado de empobrecer todos los rincones del país a un nivel donde la vocación ya no es aporte, sino una carga que no mantiene tu estómago satisfecho.

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El régimen de Maduro si tiene algo es la consistencia, es completamente disciplinado en la misión de hacer miserable el país sin ni siquiera ver otras opciones. No importan los venezolanos, solo importa aferrarse al poder lo más que se pueda, deseando que pasen 50 años y ellos no tengan que cargar con la responsabilidad de sus actos. Afortunado, Hugo Chávez.

Es por eso que pienso en mi maestra Glenda y pienso en los docentes de esta generación, ¿Quién va a enseñar realmente la importancia del 23 de enero en la vida de los venezolanos? ¿por qué es una fecha importante? un día en el que un dictador decidió irse porque entendió que nadie lo quería en el poder. No importan los rebeldes, los militares o la gente que protestó, él decidió irse y dejar a un país tomar sus decisiones.

Hoy no nos enfrentamos con militares gochos dictadores, sino psicópatas. Así que la próxima fecha que podamos llamar “el día que derrocamos al régimen”, piensen que no es importante, es vital. Ya es tiempo de tomar la responsabilidad de ser los dueños de nuestro propio país. Venezuela no es tierra de tiranos.

Quiero cerrar esto pensando en algo importante: Todos los maestros tienen muchos alumnos, pero los alumnos siempre se quedan con un profesor que los hizo sentir bien con el hecho de aprender. Piensen eso mañana si salen a marchar.

Gracias, Glenda