Tras la muerte del papa Francisco este lunes 21 de abril, la Iglesia católica se prepara para uno de los procesos más solemnes y decisivos de su estructura: el cónclave, en el que se elige al nuevo Sumo Pontífice. Sin embargo, en esta ocasión ninguno de los cardenales venezolanos podrá participar como elector, debido a los límites de edad establecidos en la normativa eclesiástica.

De acuerdo con la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, reformada en 1996 por el papa Juan Pablo II, solo pueden votar los cardenales menores de 80 años. Esta medida deja fuera a los dos representantes más destacados de Venezuela en el Colegio Cardenalicio:

  • Diego Padrón Sánchez, arzobispo emérito de Cumaná, de 85 años.
  • Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo emérito de Caracas, quien cumplió 80 años en 2024.

Ambos podrán asistir, si así lo desean, a las congregaciones generales previas al cónclave, que son sesiones privadas donde los cardenales discuten los desafíos actuales de la Iglesia. Pero no tendrán derecho a voto.

¿Quiénes sí votarán por el nuevo Papa?

Actualmente, hay 138 cardenales con derecho a voto, aunque el número máximo permitido por la normativa es de 120. Los cardenales electores provienen de 71 países, lo que da cuenta del carácter verdaderamente universal de la Iglesia en este proceso.

  • Italia es el país con mayor representación (17 cardenales), seguido de Estados Unidos (10) y Brasil (7).
  • Europa aporta 54 electores; Asia y África, 24 y 18 respectivamente; América del Sur, también 18; América del Norte, 16; América Central y Oceanía, 4 cada una.

Las votaciones se realizarán en la emblemática Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Ángel. En este espacio cargado de historia y simbolismo, se celebrarán hasta cuatro votaciones por día hasta alcanzar el consenso. Para que un cardenal sea elegido Papa, debe obtener dos tercios de los votos.

El ritual del cónclave: tradición y hermetismo

Durante el cónclave, los cardenales se aíslan completamente del mundo exterior. Se hospedan en una residencia dentro del Vaticano, sin acceso a teléfonos, internet, televisión ni prensa. Esta medida busca asegurar la privacidad y evitar influencias externas sobre el proceso.

Cada voto es escrito a mano y depositado en una urna. Tras cada ronda, las papeletas se queman. El mundo sabe si hay o no nuevo Papa por el humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina:

  • Humo negro: no hay acuerdo.
  • Humo blanco: Habemus Papam.

Una vez elegido, el nuevo pontífice será llevado a la “sala de las lágrimas”, donde elegirá uno de los tres trajes preparados para él. Allí también dirá su nombre pontificio, antes de salir al balcón de la Basílica de San Pedro para ser presentado oficialmente al mundo y dar su primera bendición Urbi et Orbi.

El desafío del sucesor de Francisco

El futuro Papa heredará una Iglesia marcada por profundos retos: la migración forzada, la guerra, el cambio climático, los escándalos de abuso, la reforma interna y una creciente secularización. También deberá dar continuidad o replantear el legado de Francisco, un pontífice que rompió moldes con su estilo humilde, su visión reformista y su énfasis en los más vulnerables.

Aunque Venezuela no tendrá voz en la votación, sus fieles y su clero estarán atentos al proceso que definirá el rumbo de la Iglesia en los próximos años. El nuevo Papa será también un interlocutor clave en las crisis regionales y globales, incluida la lucha por los derechos humanos y la paz en América Latina.