El Caribe se ha convertido en el epicentro de una agresiva estrategia militar estadounidense contra el narcotráfico venezolano, la primera desde la Operación Causa Justa en Panamá (1989). Según el analista Manfred Grautoff, el despliegue naval ordenado por Donald Trump, tras designar al Cártel de los Soles como organización terrorista, marca un “cerco” calculado que podría desencadenar el colapso del régimen de Nicolás Maduro, forzar una negociación o derivar en un estancamiento.

El pasado 2 de septiembre, un misil Hellfire lanzado desde un dron MQ-9 Reaper destruyó una lancha rápida venezolana en aguas internacionales, matando a 11 presuntos miembros del Tren de Aragua. Grautoff interpreta este ataque como un mensaje claro: “Si pueden destruir una go fast, también pueden desmantelar estructuras enteras del régimen”. El secretario de Estado, Marco Rubio, calificó a Venezuela como “la organización criminal más peligrosa del planeta”, justificando el cerco naval con cruceros Ticonderoga, destructores Arleigh Burke, un submarino nuclear y cazas F-35B.

“La historia no se está escribiendo, se está ejecutando en directo”, afirma Grautoff, destacando que la “geometría de fuego” en el Caribe no busca la cocaína, sino controlar “la ruta” del narcotráfico.

La directiva secreta de Trump, amparada en una orden ejecutiva de enero de 2025, refuerza esta ofensiva contra el Cártel de los Soles y el Tren de Aragua, ambos designados como terroristas.

El régimen venezolano, con limitada capacidad militar, respondió con dos aviones de 1980 que sobrevolaron un destructor estadounidense, evidenciando su debilidad. Mientras, la represión interna se intensifica: Foro Penal reporta 1.061 presos políticos, incluyendo a activistas de Vente Venezuela, torturados en cárceles como El Helicoide.

Escenarios probables: Colapso, negociación o estancamiento del régimen

Grautoff plantea tres escenarios para Venezuela. El colapso rápido, con alta probabilidad, ocurriría si un ataque selectivo o un sitio prolongado provoca la implosión militar del chavismo, debilitado por sanciones y aislamiento. La negociación forzada, de probabilidad media, implicaría que Maduro, bajo presión naval, se siente a dialogar, como sugiere el precedente del bloqueo de la OTAN a Libia en 2011. El estancamiento, menos probable, ocurriría si EE. UU. retira su flota, permitiendo al chavismo consolidarse.

La estrategia de EE. UU. trasciende el narcotráfico. Según The Economist, el despliegue busca intimidar a Maduro, acusado de liderar el Cártel de los Soles, mientras la DEA documenta el uso de puertos venezolanos para traficar cocaína al Caribe. Sin embargo, expertos como Kendra McSweeney cuestionan la legalidad de ataques como el del 2 de septiembre, que podrían violar el derecho internacional.

El impacto regional es inminente. Colombia y el Pacífico podrían enfrentar oleadas de violencia si el cerco desestabiliza al Tren de Aragua, cuya presencia en Perú fue recientemente desarticulada tras el asesinato de cinco transportistas. Mientras, líderes como María Corina Machado alientan la resistencia con mensajes de esperanza, enfrentando la represión de un régimen acorralado.