La tarde de este domingo, un incendio de grandes proporciones consumió uno de los galpones del Grupo Lamar, una de las principales empresas camaroneras de Venezuela, ubicada en el municipio San Francisco del estado Zulia. El siniestro, que fue finalmente sofocado por los bomberos tras varias horas, ocurre en medio del deterioro operativo de la compañía, intervenida desde 2023 por orden del dirigente madurista y ministro del Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello.
La empresa, propiedad del empresario José Rincón, fue confiscada bajo acusaciones infundadas de conspiración contra Nicolás Maduro, según denuncias recogidas por medios independientes. Desde entonces, el grupo pasó a control del régimen y ha operado muy por debajo de su capacidad productiva, según fuentes internas.
Hasta su intervención, el Grupo Lamar producía cerca de 60.000 toneladas anuales de camarón blanco, representando el 60% del total nacional, y generaba más de 10.000 empleos directos, según cifras aportadas por José Enrique Rincón Sabatino, director comercial de la empresa, durante su participación en el Global Shrimp Forum 2023 en Utrecht, Países Bajos.
Pérdidas millonarias y opacidad oficial
Aunque los reportes preliminares indicaron que “las llamas lo consumieron todo”, la información oficial ha sido limitada. Según fuentes de NTN24, la cobertura del suceso fue hermética: sólo se permitió la presencia de cuerpos policiales, y el CICPC acudió al lugar solo después de que el fuego fue controlado.
Hasta ahora, no se han ofrecido detalles sobre las causas del incendio, el alcance de los daños ni la posible afectación a los ya reducidos niveles de producción. Lo que sí se sabe es que la empresa funcionaba al mínimo desde la intervención del régimen, que negoció condiciones laborales con un grupo de trabajadores para mantenerla operativa, aunque lejos de sus estándares anteriores.
El camarón, segundo motor exportador de Venezuela
La tragedia golpea a un sector que se ha convertido en la segunda fuente de exportación no petrolera en Venezuela, superado únicamente por el crudo. El camarón venezolano, especialmente el cultivado en el occidente del país, es altamente demandado en mercados europeos y asiáticos, representando una de las pocas industrias con potencial de crecimiento y generación de divisas en medio de la crisis estructural del país.
La intervención política de empresas productivas como Lamar ha generado severos daños a la economía local, al desplazar a empresarios, técnicos y trabajadores especializados, y sustituirlos por estructuras paralelas sin capacidad de gestión ni rendición de cuentas.
Un nuevo capítulo de arbitrariedad y destrucción
El incendio en el galpón del Grupo Lamar es apenas la consecuencia más reciente de una política de expropiación forzosa y persecución empresarial que ha desmantelado sectores productivos enteros en Venezuela. Lo que antes era un emporio de innovación acuícola, ahora se encuentra reducido a ruinas y cenizas, sin transparencia, sin justicia, y sin responsables.
Mientras tanto, la dictadura de Nicolás Maduro sigue sin asumir el costo humano y económico de estas decisiones. Las miles de familias que dependían de la empresa, directa o indirectamente, enfrentan hoy un futuro aún más incierto.
La comunidad internacional y los sectores productivos del país observan con preocupación este nuevo capítulo de deterioro institucional, destrucción económica y silencio oficial.