El deterioro psicoemocional no tiene valor monetario, y muchas veces es irreversible. Pero cuando se trata de quienes están en un constante estrés generado por la angustiante situación de tener a un ser querido encarcelado, el bolsillo también adolece. Algunos familiares de presos políticos pueden llegar a gastar hasta $400 por visita.

Es el caso de la familia Vera de San Cristóbal, Edo Táchira, quienes tienen que viajar como mínimo durante 14 horas por carretera para llegar a Caracas e intentar visitar a Jackson, exdirigente estudiantil detenido hace tres años por el régimen y acusado de asociación para delinquir, tráfico de armas y terrorismo.

Jackson Vera, exdirigente estudiantil del estado Táchira, detenido el 5 de agosto de 2022.

“El viaje en autobús es costoso, he echado hasta 26 horas para llegar a Caracas. El de esta semana fueron 28 horas para llegar.” Comenta la señora Alejandrina Vera, madre del joven dirigente que afirma tener que contar con al menos $400 para todo lo que supone una logística de comida, hidratación, hospedaje y “hasta para las alcabalas”.

Por lo que no solo se trata de transporte; es un viaje como cualquier otro, pero con el corazón en la mano y la incertidumbre de no saber si las autoridades del centro de reclusión les permitirán la visita, y, en consecuencia, el riesgo de perder los recursos recaudados con mucho esfuerzo, en oportunidades donaciones de amigos o vecinos.

Prisioneros del régimen…Y de la crisis económica

En un país con una severa crisis económica, con una devaluación sin precedentes de su moneda local y la corrupción institucional que reina en los centros penitenciarios, supone que los familiares de presos políticos tengan un elevado deterioro de sus finanzas; aún más cuando se trata de familias de escasos recursos.

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Jackson Vera, como cientos de venezolanos inocentes, se encuentra recluido en la sede del SEBIN en El Helicoide, la cárcel política por excelencia del régimen de Maduro, señalada internacionalmente como el máximo centro de torturas del país.

Desde entonces, la familia Vera ha intentado en varias oportunidades recolectas de fondos para comprar boletos aéreos y hacer posible el sueño de reencontrar a Jackson y a su abuela, la señora Teresa, de 89 años, quien por su avanzada edad y condición física es prácticamente imposible que emprenda un viaje por carretera desde San Cristóbal hasta Caracas.

“Ella no se quiere morir sin verlo…” suplica con lágrimas en los ojos la señora Alejandrina, acompañada de su otra hija, Fabiana, quien también viaja a Caracas al menos una vez al mes, y sostiene que el costo del boleto aéreo es igual a sacrificar una visita a su hermano con todo lo que supone entregarle la “paquetería” permitida por los custodios, que incluye alimentos y productos de aseo personal.

Un gasto que no baja de los $100

Según diversas organizaciones no gubernamentales que acompañan a decenas de madres, hermanos, hijos, esposas y en general familiares de presos políticos, estos gastan no menos de $100 por semana para visitar a su ser querido, o al menos intentarlo, ya que en algunos centros de reclusión se han suspendido las visitas de manera arbitraria y sin previo aviso.

Este gasto varía dependiendo de donde se encuentre la cárcel, ya que El Helicoide no es la única que alberga a presos políticos, también existen detenidos por dichos motivos en Tocorón, Rodeo I, II y III, Tocuyito, Yare y La Pica, que se encuentran muy alejadas de la capital y suponen un desgaste no solo económico, sino de salud, emocional y anímico.

“Que te detengan a un ser querido y que sea trasladado a otra ciudad, se hace muy cuesta arriba la logística para obtener dinero y cubrir todas las necesidades de él, pero también del resto de su familia…Su hijo adolescente se gradúa en poco tiempo de bachiller, al igual que su hija menor que pasará a sexto grado, es una situación compleja.”

Fueron palabras recientemente desde la Nunciatura Apostólica de Rosana Ramírez de Colina, hermana de Rafael Ramírez Colina, alcalde de Maracaibo, Edo. Zulia, detenido en octubre de 2024 por el régimen y trasladado a Caracas también para ser aislado, y quien actualmente, casi un año después, se mantiene incomunicado de sus familiares.