El Observatorio de Empleabilidad y Procesos Formativos de la UCAB advirtió un alarmante aumento en la intención de emigrar entre jóvenes universitarios en Venezuela, al tiempo que documenta un cambio en la relación que los jóvenes tienen con el mercado laboral nacional, en un contexto marcado por la precariedad económica, la informalidad y la búsqueda de oportunidades reales de crecimiento profesional.

Según los datos citados por el director del Observatorio, Carlos Wald, en 2022 al menos un 23% de los jóvenes universitarios manifestaban su deseo de emigrar, pero al cierre de 2024 ese porcentaje ya superaba el 30%. Esta tendencia coincide con una disminución en la disposición a insertarse en el mercado laboral bajo relación de dependencia, especialmente en el sector privado.

“Hasta el año pasado más del 70% aspiraba a trabajar en relación de dependencia, principalmente en empresas privadas. Ese porcentaje ya ronda el 66%”, explicó Wald.

La informalidad como refugio

A pesar de que más de dos tercios de los jóvenes aún buscan vincularse con el sector productivo formal, muchos se ven obligados a recurrir al trabajo informal ante la necesidad de generar ingresos rápidamente.

“Cuando hay presión del hogar por generar dinero, eso genera una tensión inevitable. Muchos se ven obligados a ‘matar tigres’, como decimos en criollo, porque aún se gana más por cuenta propia que en empleos formales”, detalló el especialista.

La realidad es contundente: el salario en muchos trabajos formales no cubre las necesidades básicas, lo que empuja a los jóvenes a complementar su empleo con actividades informales, pequeños emprendimientos o trabajos ocasionales, lo que se traduce en jornadas laborales extendidas y escaso tiempo para formación profesional.

Uno de los hallazgos más relevantes del observatorio es que el principal motivador para los jóvenes no es el salario, sino la posibilidad de desarrollarse profesionalmente. Según Wald, lo que más valoran es la posibilidad de formarse, adquirir experiencia y construir un currículum competitivo.

“En segundo lugar está la remuneración. Sorprende también que muchos jóvenes no valoren suficientemente el networking, cuando en realidad la calidad de las relaciones profesionales es uno de los mayores predictores del éxito”, acotó.

Las empresas venezolanas ganan terreno

Pese a las dificultades del entorno económico, Wald reconoció que las empresas venezolanas han empezado a posicionarse como más atractivas para el empleo que las internacionales. Esto se debe, en parte, a que han comenzado a ofrecer beneficios complementarios que los jóvenes valoran: seguros, formación interna, oportunidades de rotación y movilidad profesional.

“Hoy la empresa venezolana ofrece combos más atractivos que hace cinco años. Eso lo valoran mucho los jóvenes, incluso por encima del salario neto”, aseguró.

Además, el observatorio detectó que ha disminuido la percepción entre los jóvenes de que emigrar garantiza automáticamente una mejor calidad de vida. Las experiencias de familiares y conocidos en el extranjero han ayudado a matizar esa idea, mostrando que la vida en el exterior también conlleva dificultades.

Una nueva realidad laboral: híbrida y con múltiples ingresos

Según Wald, el joven venezolano de hoy entiende que el empleo formal probablemente no cubrirá por completo sus necesidades económicas, por lo que adopta una lógica de ingresos múltiples. Esto implica combinar un trabajo estable con freelance, emprendimientos o servicios eventuales.

Esta transformación representa un giro en el modelo tradicional de empleabilidad, donde el foco está más en la sostenibilidad del desarrollo profesional a largo plazo, que en el “empleo para toda la vida”.