En medio del endurecimiento de las sanciones petroleras impuestas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra el régimen de Nicolás Maduro, la compañía energética Repsol confirmó este martes que mantiene conversaciones con autoridades estadounidenses con el objetivo de preservar sus operaciones en Venezuela, pese a la revocación de su licencia.

El consejero delegado de la empresa española, Josu Jon Imaz, aseguró que Repsol sostiene “un diálogo abierto y directo” con funcionarios del gobierno estadounidense para tratar de proteger sus activos e intereses estratégicos en el país sudamericano, en el marco de las restricciones impuestas por Washington.

“Trabajamos conjuntamente con las autoridades estadounidenses con el objetivo de mantener nuestros activos y nuestra actividad en Venezuela en el futuro”, declaró Imaz, citado por la agencia EFE.

Revocación de licencia petrolera

Las declaraciones del directivo se producen tras la notificación formal del Departamento del Tesoro estadounidense, que revocará el próximo 27 de mayo la licencia específica que permitía a Repsol operar en el negocio petrolero venezolano, en línea con la política de máxima presión de la Casa Blanca para aislar a la dictadura de Maduro.

A pesar de ello, Imaz matizó que la principal actividad de Repsol en Venezuela no es la extracción de crudo, sino de gas, que representa aproximadamente el 85 % de su producción total en el país. Esta diferencia técnica podría jugar un papel clave en la renegociación de condiciones con Washington.

Caída de la producción venezolana y participación de Repsol

Venezuela, que alberga las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, ha visto colapsar su producción energética. En 1999, cuando Hugo Chávez asumió la presidencia, el país producía cerca de 3 millones de barriles diarios (bd). Hoy, según cifras recientes, la producción ronda apenas el millón de barriles diarios.

De esa cifra, se estima que Chevron aporta unos 220.000 bd, Repsol alrededor de 60.000 bd, y la francesa Maurel & Prom entre 20.000 y 25.000 bd.

El declive de la industria petrolera venezolana es atribuido por analistas a años de mala gestión, corrupción endémica y el impacto de las sanciones impuestas desde 2019, cuando Estados Unidos bloqueó el comercio de crudo venezolano en un intento por presionar la salida de Maduro del poder.

Panorama incierto

La decisión de la administración Trump de restringir aún más la actividad petrolera extranjera en Venezuela ha generado inquietud en el sector energético internacional. Empresas como Repsol evalúan los riesgos operativos y financieros ante un escenario cada vez más inestable.

El futuro de las inversiones extranjeras en la industria petrolera venezolana dependerá en gran medida del rumbo que tome la política exterior estadounidense en los próximos meses, así como del comportamiento del mercado energético global y la evolución de la crisis política en Caracas.

Mientras tanto, Repsol busca una salida negociada que le permita seguir operando sin violar las sanciones internacionales, en una Venezuela marcada por el colapso institucional y un frágil equilibrio geopolítico.