Arturo Suárez, un músico venezolano de 33 años, denunció ante la ONU en Ginebra las torturas, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas sufridas por 252 migrantes venezolanos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) de El Salvador, la megacárcel de máxima seguridad construida por Nayib Bukele.
“Fui secuestrado de manera ilegal e injustificada. Denuncio la detención arbitraria, torturas y desaparición forzada”, afirmó Suárez en la plenaria, representando a los afectados.
Los migrantes, repatriados el 19 de julio a Venezuela, estuvieron aislados cuatro meses y tres días, sin cargos claros, contacto con abogados o familiares, y sometidos a tratos crueles por custodios.
Suárez exigió un pronunciamiento de la ONU contra “el ilegal proceder del gobierno salvadoreño” y la derogación de la “ley de enemigos extranjeros” que criminaliza la migración, violando derechos humanos. Familiares y ONG, como reportó El Tiempo de Colombia, denunciaron condiciones inhumanas, incluyendo disparos con perdigones durante la repatriación, según Diosdado Cabello, ministro de Interior venezolano. El régimen de Maduro, sin embargo, usa este caso como propaganda para desviar atención de sus propios crímenes, mientras reprime a 823 presos políticos y financia el narcotráfico del Cártel de los Soles.
El gobierno estadounidense vinculó las detenciones a supuestas operaciones del Tren de Aragua, pero familiares rechazan estas acusaciones, insistiendo que los detenidos eran trabajadores y estudiantes huyendo de la crisis venezolana. La repatriación en dos aviones privados a Maiquetía fue presentada por Venezolana de Televisión (VTV) como un triunfo, mientras Cabello explota el caso para atacar a EE.UU. y aliados como Trinidad y Tobago, que respaldó el ataque del 2 de septiembre contra una lancha narco del Tren de Aragua.