Una persona sana puede soportar las condiciones adversas, apagones, sin gasolina, sin agua, pero ¿qué pasa con los enfermos crónicos?

Los apagones en el occidente de Venezuela llegaron en 2009 y se quedaron, atormentando a una sociedad que tiene carencias por otros servicios públicos y hasta por alimentos. Los cortes eléctricos, ya sean por racionamientos o fallas puntuales, son constantes y no tienen horario, puede ser de día, de noche, en la madrugada, a cualquier hora. 

Así “viven” los pacientes crónicos del Zulia los apagones

Una persona sana podría soportar los embates de la espera, sobre todo el calor, pero qué pasa con los pacientes que están en condición crítica en las casas, Sergio Ortega cuida a María, su madre, a quien trata en lo posible mantener en este mundo sin las condiciones mínimas, a veces ni para comer hay. En ocasiones toca decidir entre las medicinas o comer.

Entre la oscuridad toca hacer todo lo cotidiano, resulta a veces difícil de creer como las personas se adaptan, esto al ver a la esposa del entrevistado hacer arepas en medio de la oscuridad casi total.

El más reciente apagón fue sorpresivo, como todos los que se registran. Cada amanecer es el inicio de la lucha, la madre de Sergio tiene una patología grave en los pulmones. Pide a Dios a diario que no le quiten la energía porque sabe lo que implica, la respiración de su progenitora es realmente difícil. 

Cuando no estaba tan mal la podían sacar y sentarla en la parte de afuera de la casa para así no sufrir por el calor, hay noches con sensaciones térmicas sobre los 35 grados. Ya eso es impensable, su enfermedad avanza y es cada vez más complicado respirar.

Los peores apagones son en la madrugada, en ese periodo de tiempo poco es lo que puede dormir ya que toca abanicar con un cartón o tapa de olla a cualquiera de la familia, en especial niños y ancianos.

La muerte y la miseria acechan a los zulianos en la penumbra

Con los años, quienes viven en el occidente de Venezuela, han aprendido a perder familiares, personas y hasta bienes, cosas que les son útiles que ya no las tienen a disposición, electrodomésticos sobre todo, la inestabilidad del sistema de energía acabó con los enseres de las familias y por supuesto, la imposibilidad de comprarlos nuevamente gracias a la crisis, todo lo anterior le pone fácil la vida hasta al más resiliente.  

Así es el régimen de Maduro, controla todo sin responsabilizarse de nada. Comprar un climatizador de aire puede tomar meses a una familia con capacidad de ahorro, y hoy pocas de ellas tienen esa posibilidad. La casa en la que se pone el sol es la de Angie Paola Hoyos, una joven madre que recientemente perdió a su pequeño por una aparente mala praxis médica. 

Su pequeño se llamaba Dominic, en medio del enorme calor en su cuarto, sin poder moverse mucho en la cama no solo lloraba la muerte de su hijo en medio de uno de los tantos cortes de electricidad. Contaba quizás para drenar su impotencia todo lo que sucedió con su hijo, desde antes de su nacimiento cuando no lo recibieron en un hospital por no tener incubadoras. En el segundo centro de salud donde llegó no le fue mejor, allí fue que logró traer al mundo al niño, al menos solo por 24 horas.

Y cada familia, cada casa es una historia distinta, lo único que varía es el horario del corte de energía, día o noche, sin importar el momento en el que ocurre, es una pesadilla viviente el padecerlos y esperar. Muchas veces en medio de la oscuridad no se notan las lágrimas de quienes, entre su calamidad, aguardan por el restablecimiento de la energía, cuando la restablecen, las secan rápidamente para que el resto de la familia no las note. 

Sin duda las fallas en los servicios públicos han ocasionado muertes en pacientes crónicos, no solo por la falta de electricidad, sin agua tampoco hay diálisis, por supuesto estas cifras no conviene al gobierno totalisarlas.