La cultura Wayuu no solo es ancestral, es rica culturalmente, con el pasar de los años se ha sometido a cambios pero hoy día está a punto de perder a uno de sus personajes más importantes, al palabrero.

Palabrero es un pacificador

El palabrero también es conocido como el conciliador de la paz, un pacificador, una persona que no se elige, recibe el reconocimiento de sus paisanos, de comprobada solvencia moral, un personaje respetable. Se encarga de resolver los conflictos que se pueden presentar entre indígenas wayuu. Hay al menos 22 clanes principales y otros que derivan de ellos, los clanes representan a las familias y sirven para defenderse entre sí en determinado momento de guerra.

Culturalmente los wayuu siempre están expuestos permanentemente en situaciones de conflicto, el tema de la venganza siempre ha estado arraigado en su uso y costumbres. Las ofensas o las faltas, dependiendo de su gravedad, son resueltas por los palabreros, para esta etnia el diálogo es una instancia para la resolución de las disputas. La sangre derramada en cualquier instancia amerita una reunión para conciliar. Las faltas para los indígenas no prescriben. Pueden pasar décadas y el conflicto seguir más que vigente. 

Estos conflictos en ocasiones han sido tan largos y violentos que en su momento, los palabreros se encargaron de buscarles solución. De hecho hay clanes que se han reducido hasta casi desaparecer. Para resolverlo, usan lo que para los wayuu es lo más valioso: los animales de cría, que funcionan como elementos de pago para saldar cualquier deuda u ofensa según sea el caso. 

La Guerrilla, se meten donde los llaman

La Guajira es una sola, para los wayuu no hay fronteras porque la península es su territorio, pero precisamente hoy día ese es el problema, la territorialidad. La zona fronteriza desde hace décadas cuenta con la presencia de grupos violentos y ellos han tenido participación, voluntaria en algunos casos, involuntaria en otros. Algunas familias deciden involucrar a los insurgentes, antes que al palabrero. ¨La gente que es agraviada va y le cuenta las cuestiones a la guerrilla o a cualquier grupo armado¨, asegura un palabrero que no quiso ser identificado por miedo a represalias.

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Recientemente hubo un encuentro con varios palabreros y líderes wayuu, uno de los que estuvo fue Fermín Montiel quien es conocido en La Guajira. Se reunieron para acordar un ¨arreglo¨ y por supuesto se tocó el tema de los grupos armados. «Alguna familia que se sienta aminorada por otro busca a alguien en quien respaldarse por eso utilizan a esos personajes porque esos personajes están enquistados en las comunidades indígenas», advierte Fermín Montiel. 

Los grupos armados tienen un esquema en las comunidades donde actúan, se presentan como soluciones a los problemas que se generan por la inacción de los gobiernos. De ahí la importancia de lograr aislar y sacar a estos grupos que se identifican como miembros del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN). Su presencia desestabiliza a las comunidades indígenas. 

Muchas veces desplazan al palabrero

De hecho desplazan a los personajes encargados de la resolución de conflictos. 

«Ellos fungen como pacificadores como los que, o sea tomaron la figura del Palabrero», esto lo aseguró Armando Báez Pushaina es un profesor en Guarero en el municipio Guajira, y muy conocedor de la dinámica fronteriza y ha notado con el pasar de los años como la cultura wayuu ha sido penetrada no solo por culturas dominantes, sino por grupos armados quienes de una forma u otra inciden en los usos y costumbres de la etnia. 

De hecho el clan, también pasaría a un segundo plano, debido a que los conflictos entre las familias se resuelven entre los clanes, sin injerencia externa de terceros. 

El agregar a un grupo armado en la resolución de conflictos o por simple interés de determinada familia no es nuevo, ya pasó en Bahía Portete el 18 de abril de 2004, en ese caso se demostró que el pasar de los años no es garantía para olvidar una disputa. Fermín Montiel nos detalla ahora lo ocurrido en esa oportunidad. «Infiltraron a unos representantes de familias y ¿que sucedió después? que esas mismas familias se levantaron los jóvenes hicieron las demandas al estado y hoy el estado colombiano está indemnizando».

Cuando los conflictos eran más grandes y fuertes, y la incidencia de otras culturas no era tan marcada, los wayuu consideraban a la modalidad criminal del sicariato como un acto de cobardía, les resultaba inmoral practicarlo, eso era cosa de alijunas aseguraban. Esto tiene su razón de ser, la condición social wayuu es machista y ellos prefieren resolver ellos mismos los problemas antes que dejar eso en manos de otros.  

Con los años entraron a la ecuación los grupos armados violentos y su ingreso se dio por varias razones, no tenían problemas con el sicariato en lo absoluto y además ya estas bandas estaban en la zona fronteriza desde hace ya tiempo.

Ahora son como abogados alijunas 

Pero a estos nobles personajes, los palabreros, no los ha perjudicado sólo la presencia de grupos criminales y violentos, las formas y costumbres alijunas también, para los de esta etnia los no wayuu son denominados como alijunas. Los servicios de los palabreros siempre fueron gratuitos, si una de las partes en conflicto le colaboraba con algo, ellos lo recibían pero jamás pedían algo a cambio, ahora al parecer, algunos, no todos, actúan como abogados blancos pidiendo dinero o bienes a cambio de soluciones.

Kilómetros de frontera entre Colombia y Venezuela y la gran nación wayuu en medio de ella, en toda esa enorme extensión de terreno conviven no solo los indígenas y alijunas, hay otros personajes que parecen ser invisibles para los organismos policiales y militares venezolanos y colombianos, guerrilla, bandas organizadas, narcotráfico entre otras, la presencia de estos grupos es una especie de secreto a voces, todos los ven y saben su ubicación pero nadie dice algo porque al final, cualquiera puede trabajar para la guerrilla en determinada comunidad fronteriza, en pocas palabras, un paisano, un familiar o hasta una persona cercana, puede ser informante de estos grupos sin que el resto de los vecinos lo sepa.

La crisis venezolana y la diáspora están cambiando aún más la cultura indígena que ya no ve en Colombia una alternativa de escape, ahora los wayuu viajan mucho más lejos, hoy día hay wayuu hasta en Asia y el Medio Oriente.