En medio de la crisis venezolana las personas se reinventan y, en ese proceso benefician a otros. Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de niños quienes aprovechan ese ímpetu?
Alegría en medio de tristeza
Maracaibo, la otrora ciudad energética de Venezuela se mantiene y sobrevive a pesar de todas las crisis que ha atravesado durante años, en los últimos 25, desde apagones generales, saqueos, hambruna y hasta la pandemia de la Covid 19. Nuestro personaje Danny Paredes, formó parte de la diáspora y emigró a Colombia, regresó por la salud de su madre, quien murió recientemente. En una oportunidad vio un carrito hecho con material de reciclaje y dijo a su esposa, soy capaz de hacerlo, y de hecho lo hizo.
Juguetes con basura
De 10 botellas de plástico se hace un carrito, usando ligas y demás materiales de desecho, por el pésimo servicio de recolección de Maracaibo, tiene de dónde sacar basura, y convertirla en piezas de arte. «Reutilizo otra vez y pongo a funcionar algo que la gente bota a la basura y eso me sirve a mí», asegura Danny Paredes.
Une su trabajo como zapatero y hace piezas con los materiales de desecho, la primera vez que hizo los carritos, noto el impacto en los niños de los barrios más pobres, mientras entraba al barrio los niños salían a su encuentro. Y tal como hacen como con los heladeros, les lloran a sus padres por algo que lleva en su carro.
Prioridades venezolanas
En Venezuela por los bajos sueldos, las prioridades son alimentos y medicinas, pocos tienen para gastos adicionales, y eso lo saben muchos niños de las barriadas que difícilmente ven un juguete a veces.
Hay otra cosa que sucede en el país hoy día, por la crisis los dos padres trabajan, dentro o fuera de Venezuela, y los niños pasan mucho tiempo solos en casa, o peor, en la calle.
Mucho con poco, los niños ven esas botellas y material de desecho de forma muy distinta a cómo las ven los adultos. Es un simple juguete, pero para ellos es mucho más que eso. «Porque los niños cuando ven un juguete de estos ellos se impresionan ya es como si vieran ellos un carro de batería una moto de baterías», asegura Danny Paredes.
Los carritos ecológicos
Hace los carritos y los vende en ocasiones, muchas veces los regala, pero, también tiene la necesidad de comer, hasta a crédito los entrega, las personas pagan cuando pueden. Al final Dios da a quien da con alegría, como dice la biblia.
Danny tiene un vehículo a pedal que lo ha convertido en su medio de transporte, hasta corneta tiene, en él va con su esposa, Zoila Colina recuerda lo que pasó el primero de enero mientras hacían sus rondas buscando qué vender. «Y le dijo cuántos niños hay tenían 10 niños y nosotros teníamos 12 carritos y él agarró y compró los 12 carritos los compro todos».
Lo que más recuerdan de la experiencia, es la cara de los que recibieron los obsequios. «Y todos los muchachitos empezaron muy contento muy feliz con estos carritos», aseguro Zoila
En su carro a pedales salen todos los días, hay quienes los ayudan en su búsqueda permanente, ya sea entre la basura que no recolecta la alcaldía de Maracaibo, o los vecinos y amigos que les colaboran reciclando.
Reinventarse es la clave
A Danny Paredes le toco reinventarse, como a muchos, y vaya que lo hizo, cuenta su esposa que es desde zapatero hasta artesano, pero los llamados carritos ecológicos son los que más ocupan su tiempo.
También tiene otro oficio, y lo hace en la medida que puede, debido a que no tiene todas las herramientas necesarias, pero de seguro las logrará. Es carpintero, hace lo que le pidan en madera. Confían en Dios, Él no se muda dicen.
En todas partes hay historias de superación que van más allá, en las que no solo se benefician quienes las emprenden sino los que están alrededor. Personas que ven la actual crisis venezolana como una oportunidad, algunos para mal, pero otros como Danny, para el bien.