Antecedentes

La cárcel de sabaneta se inauguró en 1958 y estaba diseñada para albergar a 700 presos, en sus últimos años, llegó a tener más de 3 mil de ellos. Muchos crecreyeron en 2013 era el final cuando se anunció su clausura pero no fue así.

La Modelo, así también llegó a ser conocida la cárcel de Sabaneta ubicada en Maracaibo, en el occidente de Venezuela. Desde su fundación fue escenario de terribles hechos de violencia. Obtuvo notoriedad durante una de esas matanzas masivas cuando los victimarios jugaban fútbol con las cabezas de las víctimas. En esos años los vecinos de la zona vivían un verdadero calvario.

Los vecinos celebraron su clausura ya que a los alrededores era una especie de guerra permanente.

Lluvia de promesas

En el año 2013 ocurrió una masacre, 16 personas muertas, éste hecho marcó el inicio del plan en el que, supuestamente, la cárcel sería cambiada de lugar, se anunció la construcción de una nueva penitenciaría en la vía al municipio La Cañada de Urdaneta al sur de Maracaibo, nada de eso se hizo. 

Las promesas abundan. Los candidatos de la época prometieron desde museos hasta conjuntos residenciales para favorecer a las comunidades cercanas, un complejo de 10 edificios, seis para ser entregados a los vecinos y otros 4 que serían vendidos, nada de lo que se prometió se hizo. 

En especial lo del museo carcelario, la exministra de asuntos penitenciarios Iris Varela aseguró que el plan buscaba mejorar la situación de la población penal y a su vez adecuar el sistema en su estructura pero todo empeoró. Hugo Reyes es uno de los vecinos y escuchó claramente a Iris Varela decir, «La cárcel no va más, queda clausurada».

Mentiras y Desesperación 

Paulatinamente han revertido el proceso de clausura de 2013 ingresando detenidos, lo hicieron discretamente, pero todo cambió hace poco cuando empezaron los traslados de otras cárceles clausuradas en el oriente del país, ninguna autoridad dijo algo sobre eso. Los vecinos están preocupados debido a que vivir cerca de Sabaneta no era vivir. Nadie en la zona podía pintar su casa o comprar un carro, quien lo hacía recibía la visita de un «enviado» de la cárcel, si no pagaba, tenía que atenerse a las consecuencias.

En esos tiempos el desespero era tal que muchos abandonan sus hogares para irse a vivir a otros lugares donde lloviera agua y no balas. Las casas las vendían muy baratas. Las residencias en ese sector, cercano a la cárcel, se desvalorizan en más de 80%.

En la actualidad la cárcel clausurada jamás fue el museo que prometieron, tampoco el conjunto residencial, la estructura maltrecha sigue en pie, recubierta de maleza y evidentemente deteriorada, una especie de monumento a la desidia.

Vale la pena mencionar que antes de los traslados, ya había otros detenidos allí. Hoy no se sabe cuántos procesados hay. Todo esto demuestra dos cosas, que las políticas carcelarias son improvisadas y dos, que las promesas políticas no tienen mucho valor.