(Redactado por David Gallardo) El Fundador y Director Ejecutivo de la Fundación Andrés Bello, Parsifal D’Sola Alvarado, considera que las relaciones entre el régimen de Nicolás Maduro y China no podrán gozar los mismos estatutos y estabilidad económica que tuvieron el presidente Hugo Chávez en su gobierno gracias a la bonanza petrolera e influencia en la región Latinoamericana.
El presidente fallecido Hugo Chávez entabló estas primeras relaciones con China en el 2005. Gracias a las conversaciones entre ambos países se logró este primer alineamiento en el que Chávez estaba a la cabeza desde el lado venezolano. D’Sola explica que el gobierno venezolano fueron quienes dieron los primeros pasos para mostrar interés y disposición a hacer estos tratados.
«China no forzó a Venezuela, esto fue algo de mutuo acuerdo, donde más bien el interés pronunciado fue de la parte venezolana y la contraparte de China se aprovechó lo mejor que pudo, porque se le prestó una plataforma muy productiva y con gran entusiasmo», declaró D’Sola.
Chávez no solo lideró lo que sería la comisión venezolana para el establecimiento de los tratados con China, sino que abrió sinfín de actividades que beneficiaban los intereses del país asiático con referencia a posibles relaciones con otros países de América Latina.
A pesar de tener a Chávez en puesto de conductor, estas relaciones no hubiesen sido posibles en el país sin Petróleos de Venezuela (Pdvsa), la estatal petrolera que presumía el presidente en sus tiempo de bonanza.
No obstante, el trato que se le dio a empresa estatal fue personal, puesto que Hugo Chávez, y en la actualidad Nicolás Maduro, usan a Pdvsa para sus intereses.
D’Sola recuerda que estos primeros apretones de mano fueron sin ningún tipo de transparencia y sin consultar a la Asamblea Nacional. «Ahí no hubo transparencia, no se aprobó nada en la Asamblea (…) es decir todos los mecanismo de supervisión fueron dejados de lado, de hecho la banca china quedó muy mal parada porque no habían organismos que supervisaran», indica.
D’Sola relaciona estos problemas dentro del gobierno de Venezuela con lo que seria el inicio de la fractura que se ha estado pronunciando en estos últimos años con China.
Una foto mal tomada
Aunque este acercamiento entre Venezuela y China se produjo por el interés de Hugo Chávez, esto no quiere decir que el país asiático no tuvo interés en sembrar su influencia en el continente americano.
El plan era sencillo, se establecen relaciones financieras y de cooperación con Venezuela y si todo resulta un éxito, funcionará como un ejemplo brillante que guiará a otros países a seguir el camino pavimentado por la billetera de China y la influencia de Chávez.
Este panorama claramente no sucedió, lo cual provocó el distanciamiento y la fractura de relaciones.
D’Sola nos explicó que durante la gestión de Rocio Maneiro como embajadora de Venezuela en China, recibía constantes reclamos a través de canales oficiales, los cuales eran transmitidos por ella hacía Caracas.
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Esta estructura comunicacional de China usualmente es muy seria y formal para tratar temas delicados para su agenda. No obstante al momento de que la silla diplomática en China la tomará Iván Zerpa, todo cambió.
«El tráfico de influencia que se estaba dando en la embajada a través de la familia Zerpa exacerbó todos los problemas ya existentes en los últimos días de Maneiro y Chávez», detalló D’Sola.
El contrato
El portal Vendata revela información preocupante sobre los contratos entre Venezuela y China: «Después de 486 tratados suscritos entre los Gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y la República Popular de China, entre 1999 y 2019, los venezolanos solo contamos con información completa de 62 (12,75%) de estos acuerdos, otros 109 (22,42%) registraban datos parciales, mientras que 315 (64,81%), la mayoría, contaban con escasas referencias o solo el nombre».
Referente esta situación de poca transparencia, D’Sola nos explica que la Fundación Andrés Bello realizó una investigación exhaustiva en la que logró revisar muchos de estos contratos, que lamentablemente por razones legales no pueden publicar, sin embargo la información de muchos de estos documentos está incompleta, se hace constantemente alusión de anexos que no eran parte de los papeles que lograron observar. Aunque es cuestionable que estos documentos no tuviesen las cifras exactas o los destinos a donde iban los fondos.
No obstante, D’Sola nos detalló que los contratos no solo eran firmados, sino que eran resguardados o revisados por una junta directiva entre seis delegados venezolanos y seis chinos de las principales instituciones involucradas en cada país. En el caso del país sudamericano existían representantes del gobierno, Pdvsa y Bandes.
El objetivo principal de esta junta directiva era revisar y aprobar proyectos y fondos, sin embargo otra de las funciones era la capacidad de observar, pero no de seguimiento, por lo cual cualquier malversación de fondos, problemas de contratación, retraso en los pagos, la parte china simplemente se lavaba las manos.
Con referencia a los despilfarros del préstamo y la malversación de los fondos que iban dirigidos a sectores como el de hidrocarburos, agricultura, energía eléctrica o infraestructura, D’Sola no cree atinado señalar algún funcionario porque esta fue relaciones institucional, por lo cual eran las instituciones completas que debieron cuidarse de estas perdidas, no obstante el directo de la Fundación Andrés Bello considera que este fue un robo horizontal.
Sin embargo, si se tiene que hacer señalamientos, D’Sola indica que Pdvsa era una de las instituciones que debe ser cuestionada por la malversación de los fondos, también los dirigentes que estaban sentados en la junta directiva. Aunque estemos hablando de préstamos y no inversiones, la contraparte china también debió desde el principio anticipar cualquier nivel de riesgo por la falta de pagos, además que las relaciones eran prácticamente entre gobiernos ejecutivos y la banca, el poder legislativo nunca formó parte de estas actividades, por lo cual China estuvo muy limitada en cuanto a quienes les podían hacer reclamos.
El pago para China
Parsifal D’Sola explica que Venezuela jamás ha dejado de pagar sus compromisos con China ¿con retrasos y baja productividad? Sí. Con respecto a las investigaciones y análisis que ha hecho la Fundación Andrés Bello, tomando en consideración la producción petrolera actual y los antecedentes de pagos, D’Sola indica que no debe ser más de $10 mil millones de dólares.
No obstante, sin importar las diferentes investigaciones que ha realizado D’Sola dentro y fuera de la Fundación Andrés Bello, para él sigue siendo un misterio el número de renegociaciones que ha realizado el régimen de Nicolás Maduro y China, sin embargo esta situación no le sorprende, puesto que este comportamiento discrecional de la dictadura madurista viene dándose desde los tiempo del gobierno de Hugo Chávez.
«De que se han dado renegociaciones, no hay duda, pero ¿Cuáles han sido los términos de estas? Solo salen las personas encargadas por Nicolás Maduro quienes tienen esta información, incluso dentro del chavismo hay pocas personas que no saben cuantas renegociaciones se han dado o incluso cuánto es el monto que todavía se debe», señaló D’Sola.
D’Sola también indica que durante el 2016-2018 se le dio un tiempo de gracia al régimen de Nicolás Maduro para pagar los intereses que se habían generado. También declara que este plazo le dio un poco de oxigeno a la dictadura por la crisis que se agudizó en ese momento, pero no fue más que eso, una simple solución momentánea que no saneó la problemática.
Con respecto a las relaciones con China, aunque existe un alejamiento político con Venezuela, D’Sola explica que el país asiático no criticará al régimen de Maduro públicamente, tampoco se puede considerar un fracaso del todo los tratados, puesto que nunca se habló de inversiones, sino de un prestamos y Venezuela sigue respondiendo. La diferencia entre Venezuela y China es que el país sudamericano está actualmente quebrado, mientras que China aún recibe el dinero que se le debe.
D’Sola igual nos explica que esta fue una lección aprendida para China, puesto que no se pueden abrir de brazos sin ver que el país que solicita ayuda o un préstamo no tenga garantías de pago seguro y continuo.