Juan González, exdirector senior del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) para el Hemisferio Occidental durante la administración de Joe Biden, reveló una afirmación que sacude los cimientos del liderazgo opositor venezolano en el exilio: Leopoldo López y Carlos Vecchio apoyaron el levantamiento de sanciones contra Erik Malpica, exfuncionario del régimen de Nicolás Maduro y sobrino de Cilia Flores.

La declaración se dio en una amplia entrevista publicada por Guacamaya, en la que González, una de las figuras clave del rediseño de la política estadounidense hacia Venezuela, explicó las razones detrás de las decisiones diplomáticas de la administración Biden. Y, en un giro inesperado, puso en evidencia lo que calificó como “hipocresía” de algunos voceros opositores.

“Esa propuesta fue planteada inicialmente por la propia oposición al embajador Jimmy Story, y luego la discutí durante un desayuno con Leopoldo López y Carlos Vecchio, quienes expresaron su respaldo. Por eso me sorprendió cuando después criticaron públicamente la decisión”, dijo.

La estrategia post-Trump

Juan González lideró la transición desde la política de “máxima presión” de Donald Trump a un enfoque de “diplomacia coercitiva”, que buscaba influir en el comportamiento del régimen de Maduro sin apostar directamente por un colapso.

A su llegada al cargo en 2021, González encontró un chavismo más consolidado, adaptado a las sanciones, y con una oposición debilitada. “La campaña de máxima presión fracasó de forma estrepitosa”, sentenció. “Las sanciones, sin un canal diplomático, solo generan vacíos que otros actores—como China, Rusia e Irán—están dispuestos a llenar”.

Chevron, sanciones y la narrativa opositora

Entre los puntos más polémicos, González defendió la licencia otorgada a Chevron como una maniobra para sacar el petróleo venezolano del mercado negro y canalizar los ingresos hacia la deuda con la empresa, sin beneficiar directamente al régimen.

Desmintió también que la liberación de rehenes estadounidenses en Venezuela estuviera condicionada al alivio de sanciones. “Eso es sencillamente falso”, afirmó, aclarando que fue un gesto unilateral del régimen tras exigencias directas de la Casa Blanca.

Y aunque evitó profundizar en los detalles específicos de las negociaciones en Barbados y Qatar, sí explicó que la Plataforma Unitaria era quien lideraba los términos políticos, mientras que Estados Unidos buscaba “crear condiciones internacionales” para una transición democrática.

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El giro de la oposición

La revelación sobre Malpica refuerza una narrativa ya presente entre sectores críticos al liderazgo opositor en el exilio: que algunos acuerdos o decisiones impulsadas desde Washington contaron con su visto bueno, pero luego fueron desestimadas públicamente por razones políticas.

González explicó que el gobierno de Biden consultó con la oposición venezolana antes de algunas decisiones, pero no negociaba sanciones con ellos directamente. “Eso se hizo así para protegerlos”, subrayó.

El fracaso de las negociaciones

A pesar de los esfuerzos diplomáticos, González reconoció que el proceso fracasó. La ratificación de la inhabilitación de María Corina Machado y las condiciones no democráticas de las elecciones presidenciales de 2024, observadas por el Centro Carter y la ONU, truncaron la posibilidad de continuar con licencias como la LG44.

“El gobierno de Maduro permitió una primaria opositora, pero no dejó que la ganadora participara. Por eso retiramos la LG44”, afirmó.

Para González, el regreso del enfoque Trump carece de estrategia. “Es solo presión sin salida, sin plan. Ya lo probamos y no funcionó”. Asegura que, si bien las sanciones son útiles, no reemplazan una política estructurada.

Además, advirtió que la migración venezolana podría seguir aumentando y que las sanciones de 2019—sumadas a la corrupción estructural del chavismo—jugaron un papel clave en ese éxodo masivo.